Agustí Villaronga besa su estatuilla como mejor director. :: REUTERS
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Unos Goya en catalán

‘Pa negre’, con nueve premios, se convierte en la gran triunfadora de la ceremonia

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Fue una noche para la interpretación. Y no en el sentido artístico, sino en el político. Triunfó ‘Pa Negre’, que se llevó 9 estatuillas, incluida la de mejor película –primera concedida a una cinta rodada en catalán– mejor director y mejor guión adaptado, para el veterano Agustí Villaronga. Pero para muchos perdieron ‘Balada triste de trompeta’ y ‘También la lluvia’, las películas que coleccionaban más nominaciones. Favoritas hace un mes, el enfrentamiento verbal de sus directores, Álex de la Iglesia e Icíar Bollaín, a raíz de la Ley Sinde, pudo haberles perjudicado. Los académicos entregaron sus papeletas en plena polémica por la dimisión del presidente de la Academia y los reproches de su vicepresidenta, y podrían haber castigado a ambos.

Una decisión que, en todo caso, no resta valor al gran éxito de ‘Pa Negre’. Una desasosegante película ambientada en la Cataluña rural de la posguerra que, entre continuos guiños a la libertad, presenta a un niño conmocionado por un crimen que debe enfrentarse a los secretos y las mentiras de sus mayores. El premio supone todo un reconocimiento para el mallorquín Villaronga, un cineasta de indiscutible buen gusto y delicadeza que, tras una intensa carrera forjada en circuitos reducidos, obtiene ahora la extraña recompensa de la popularidad. Del mismo modo, es un homenaje al cine catalán, presente ayer en casi todas las candidaturas.

La fiesta arrancó bajo una noche intempestiva en el marco incomparable del Teatro Real, al que llegaban los candidatos en limusinas. La lluvia y el viento ahuyentaron la polución, que flotaba en el aire madrileño desde días atrás, y, a modo de metáfora, De la Iglesia, quiso hacer lo mismo en el gran día de ese teatro del conflicto que, según sus palabras, es el cine español. Intentó ventilar el mal ambiente y suavizar tensiones. Por ello apareció acompañado de la titular de Cultura, Ángeles González-Sinde, cuya ley apoyó en un inicio y criticó después, mientras reclamaba en Twitter –testigo en tiempo real de sus pensamientos– su derecho a cambiar de opinión y anunciaba una dimisión que se producirá después de la ceremonia. En apoyo de la cuestionada ministra acudieron Miguel Sebastián, Leire Pajín y Elena Salgado, abucheados a su llegada por cientos de manifestantes que increparon a otros candidatos en la alfombra roja pero aplaudieron a De la Iglesia.

Ya dentro del teatro, un recinto inmejorable para celebrar los 25 años de los galardones, Andreu Buenafuente se ocupó de relajar al auditorio desde el primer minuto, cuando descendió colgado de cables desde las alturas, cual ángel, y soltó: «Esta ha sido una descarga legal». A partir de ahí arrancó una divertida ceremonia repleta de números musicales y referencias a la polémica. En ella, a medida que el humor desterraba el morbo, se iban otorgando premios. Galardones muy repartidos, pero con una especial inclinación geográfica hacia Cataluña.

Porque ayer los premios Goya tuvieron un indiscutible acento catalán. No solo porque sea la primera vez que el principal premio del cine español recaiga en una cinta rodada en este idioma, sino porque la otra triunfadora de la gala, la valiente, original y rompedora ‘Buried’, también es catalana, así como un buen número de nombres que engrosan el palmarés, entre ellos los de todas las actrices femeninas. Incluso, el popular gamberro Jimmy Jump puso la nota de color al demostrar que no solo es deficiente la seguridad en los campos de fútbol donde acostumbra a saltar, sino también la de un Teatro Real en el que ayer se encontraban cuatro ministros y en cuyo escenario principal se presentó para leer su propio premio.

Bardem, indiscutible

Pese al gran triunfo de Agustí Villaronga y al protagonismo de Álex de la Iglesia la estrella de la noche fue, cómo no, Javier Bardem. Con tan solo cinco años, Fernando Fernán Gómez dijo de él en el rodaje de ‘El pícaro’ que apuntaba a actor dramático. Ahora es el rey del drama y se daba por hecho su premio en ‘Biutiful’, una cinta sostenida por su imponente interpretación del brujo Uxbal, que dota de sentido a este inquietante tipo, un camello conectado con el más allá que quiere ser buena persona, y salva con ello una película que en manos de otros intérpretes habría ido a la deriva. Su esperado triunfo, dedicado a Penélope Cruz, supone su quinta estatuilla y puede ser el anticipo del Oscar, donde competirá con Colin Firth, que ayer le arrebató el Bafta en los premios del cine británico.

Álex de la Iglesia, que solo se llevó dos de los 15 galardones a los que optaba por ‘Balada triste de trompeta’, pudo respirar tranquilo al ver que la ceremonia, más larga de lo previsto, transcurrió con tranquilidad, buen humor y emotividad. No hubo polémicas ni divisiones y sí ganas de reconciliación, aunque finalmente no apareció como se especulaba en los días previos el cineasta José Luis Garci, distanciado de la Academia desde hace años. El teatro del conflicto fue ayer el teatro de la conciliación y el humor… en catalán.