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Messi se escapa del centrocampista nigeriano Lukman Haruna durante el partido de ayer. :: AFP
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Argentina y Messi apuntan alto

El '10' recordó al del Barça, pero hizo mundialmente famoso al portero EnyeamaUn soberbio cabezazo en plancha de Heinze, el 'gringo sagrado', acabó en cinco minutos con el vuelo rasante de las 'águilas verdes'

IGNACIO TYLKO
JOHANNESBURGO.Actualizado:

Ganó por la mínima y sufrió algún susto final, cuando ya estaba desgastada por el esfuerzo, pero Argentina apuntó buenas maneras ante unas 'águilas' nigerianas sin alas, sin vuelo. Desde luego, la albiceleste no es el equipo descosido y anárquico de la clasificación. Ha encontrado parcialmente a Messi, que recordó al del Barça pero dio fama mundial al portero Enyeaama, un jornalero del Hapoel de Tel Aviv.

Al fin, el apellido de la 'Pulga' fue coreado por la grada del Ellis Park, transformada en una especie de 'Bombonera'. Messi se ofreció, buscó el balón, gambeteó, tiró paredes, penetró, remató y una y otra vez se estrelló contra el portero y contra el infortunio. Brilló, se echó el equipo al hombro, reclamó con su fútbol la abdicación de sus detractores, pero se le vio ansioso ante el gol, casi desesperado. Maradona aplaudió, enardecido, todas las acciones de su deseado sucesor.

En cuanto los argentinos pisaron el césped, todavía vestidos de calle, se comprobó su grado de excitación y energía ganadora. Hora y media antes de arrancar su quinto Mundial, el primero en la silla eléctrica del banquillo, Maradona estaba fuera de sí. Miraba a la grada, saludaba a los hinchas, se golpeaba en el pecho y les hacía gestos para recordarles que él era igual de pequeño. Un 'barra brava' más. Durante el partido, el técnico no paró de moverse, de gesticular, de protestar al árbitro, de teatralizar. Entró muchos metros en el campo cuando Heinze, uno de sus pretorianos, un 'gringo sagrado', sorprendió de cabeza a la salida de un córner. Pasó olímpicamente de las advertencias del cuarto árbitro y celebró el gol como un jugador más. Se cree dios, aunque ya sea un dios menor. Aplaudió a todos, compartió miradas y gestos con su banquillo y sobre todo estuvo con Messi.

El toque de Verón

En el gol, al zaguero madridista se la puso Verón, otro en los que confía 'El Diego' y a los que la prensa y la grada discuten. Tiene 35 años, pero mientras le aguantó el físico, el 'todocampista' de Estudiantes supo gobernar a los argentinos. Al menos frente a un adversario al que ni siquiera Lagerback tiene pinta de poder arreglar.

El técnico capaz de llevar a Suecia a dos Mundiales y tres Eurocopas consecutivas, lo tiene crudo con un elenco esperpéntico en comparación con el que estuvo a punto de eliminar a Italia en el lejano Mundial de Estados Unidos. No queda ni rastro de los Yekini, Oliseh o Finidi. Tampoco está ya Okocha y ni siquiera tienen el músculo de Obi Mikel, la máquina del Chelsea que se gripó antes del campeonato.

La albiceleste arrancó como una moto GP. Antes de dejar heridos a los nigerianos, ya les pudo haber matado. Gracias a dos grandes penetraciones de Messi que acabaron con un fallo de Higuaín y con un paradón de un cancerbero que luego salvaría hasta cinco goles cantados. No pudo cerrar el partido con mayor comodidad porque Higuaín tampoco estuvo afortunado en la suerte final, pero Argentina se mostró experta, 'canchera'. Sólo cuando les abandonó el físico y salió el renqueante Martins, los argentinos sufrieron. Pero Maradona, o uno de sus asesores, metió a Burdisso en al lateral derecho, trasladó a Jonás junto a Heinze y se acabó la historia.

Di María, el jugador deseado por el Real Madrid, apenas apareció, faltan centrocampistas, Jonás pierde la posición como lateral y Heinze es lento cuando le encaran, pero los bicampeones tienen dinamita arriba, historia y una afición colosal.