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La magia de Messi soluciona el problema

El equipo español supera un madrugador gol del Dinamo con tantos de Xavi y Messi y pasa a octavos como primero de grupo, pero ve peligrar la integridad física del argentino

Actualizado: Guardar
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El Barça cumplió con el objetivo de clasificarse para octavos de final de la 'Champions' como primero de grupo con más suficiencia de la que indicó el marcador final (1-2). El equipo de Pep Guardiola superó un tempranero gol del Dinamo de Kiev con otra exhibición de fútbol control y dos goles de Xavi y Messi, que colocó una falta por la escuadra antes de recibir la enésima patada del rival que le obligó a retirarse cojeando en el tiempo de descuento.

El partido no pudo comenzar peor para el Barça. Una falta lateral cometida por Alves sobre Yarmolenko de forma ingenua fue sacada con efecto y potencia por Shevchenko. Milesvkiy rozó el balón lo justo y Valdés hizo el resto, tragándose el esférico de forma incomprensible en una acción que recordó al gol encajado por Arconada ante Platini en la final de la Eurocopa de 1984.

Inmediatamente Valeriy Gazzaev tiró del manual del técnico rácano y ordenó a sus jugadores que se encerraran en su campo con la intención de cazar algún contragolpe letal con el que apuntillar el Barça. El planteamiento de toda la vida, válido en muchísimas ocasiones ante infinidad de rivales que sufren cuando tienen que coger la iniciativa, pero evidentemente ese no es el caso del Barça. Como si nada hubiese pasado, el conjunto de Pep Guardiola tocó y tocó de banda a banda del campo, con paciencia y la seguridad de que el balón no se iba a rifar, con la tranquilidad de que las ocasiones iban a llegar.

Y llegaron, aunque el problema fue que no se marcaron. Messi interceptó un saque de portería de Shovkovskiy y se plantó solo ante él, pero el balón no corría por el césped a su antojo y tuvo que definir desde demasiado lejos. El guardameta ucraniano arregló su error anterior. Luego estuvo atento en dos disparos lejanos de Alves e Ibrahimovic.

Un Barça sin prisas

El Barça perdía, pero parecía sentirse a gusto en el campo. El balón circulaba de Iniesta a Xavi, de Xavi a Busquets, de Busquets a Messi, de Messi a Ibra, de Ibra a Abidal... Todo el mundo entraba en el rondo, sí, hasta el lateral francés, el menos dotado técnicamente, pero capaz de llegar a la línea de fondo en el minuto 32 y de colocar un centro raso con la zurda a la espalda de los centrales que Xavi aprovechó llegando desde atrás y metiendo la puntera. El 1-1 fue un gran gol de todo el colectivo y serenó los ánimos justo cuando llegaron noticias del 1-0 del Inter al Rubin Kazan. El empate valdría para pasar como primer de grupo.

No es que el Dinamo se abriera mucho más en la segunda parte, pero por lo menos intentó pisar más área. Casi marca de nuevo en una acción muy similar a la del 1-0. Falta de Alves en la misma zona, centro de Shevchenko cerrado, aunque en este caso al segundo palo, y cabezazo de Almeida que se estrelló en el lateral de la red. Yarmolenko, un zurdo con calidad, el mejor del Dinamo, se inventó otra jugada personal que no encontró rematador porque Abidal hizo una gran cobertura. Dos acciones puntuales que significaban un serio aviso: el control era del Barça, pero la sentencia no se concretaba.

En cambio sí aparecieron los nervios porque el árbitro inglés Howard Webb, que la pasada temporada expulsó a Guardiola contra el Bayern, permitía todo tipo de contacto sobre Messi, mientras que cargaba de peligrosas amarillas acumulativas para rondas posteriores a Piqué, Xavi e Ibrahimovic.

Messi, molesto por la enésima patada del rival (hasta Shevchenko le dio), se pidió una falta cerca del área y la clavó en la escuadra, quizás contestando a la marcada por Cristiano Ronaldo en Marsella. El Balón de Oro sentenció el encuentro y pudo marcar el 1-3 poco después, pero le pasaron factura con otra entrada salvaje en el descuento que le obligó a retirarse cojeando.