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La fiebre amarilla arrasa Ubrique

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Los chinos han arañado, cuarteado y casi pulverizado la piel de Ubrique. El más grande y rico de los pueblos blancos no puede con las réplicas de plástico del gigante asiático. Aunque en la perfumería de Elizondo estas vacaciones vendan algunas de sus carteras, «es imposible parar esto. La competencia es tan brutal que seguimos destruyendo empleo desde hace demasiado tiempo». No hay manera de arrancar una pizca de esperanza en las explicaciones de los empresarios, cuyo único salvavidas en este tsunami viene del extranjero con nombres de lujo.

Los marroquineros siguen sirviendo a Calvin Klein, Christian Dior, Prada, Tiffany o Lacroix. Pero las compras en los países nórdicos y arábigos, sobre todo, no son suficientes para cuadrar el descalabro nacional. En los últimos dos años, las pérdidas han fluctuado entre el 10 y el 50%, pero la patronal habla de negocios que se han contraído hasta un 80%.

Con 17.000 habitantes, cerca de 3.665 parados oficiales y otros cuantos más sumergidos, a este ayuntamiento gaditano no le ha quedado otra que empezar a encoger algunos impuestos. Tampoco demasiados. «Tenemos pocas competencias», se excusa el alcalde, Francisco Javier Cabezas, del Partido Andalucista. Las empresas han pagado este año un 10% menos en la recogida de basuras. Y el IBI ha bajado del 0,86% al 0,77% para todo el pueblo, que ha triplicado las visitas a Cáritas en busca de pan.

En las oficinas bancarias de la bulliciosa Avenida de España, repleta de bolsos colgados de los escaparates, confirman que el número de viviendas pendientes de embargo por impago «es importante». Los bares siguen llenos, «pero no servimos gambas como antes. Ahora la gente se conforma con un cafelito».