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Pésimo juego y buenos resultados

El gol de Higuaín ante los amigos del Zúrich y el empate entre Milan y Marsella le deja líder de grupo

MADRID Actualizado: Guardar
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Los resultados siguen aliados con un Real Madrid que ofrece síntomas preocupantes, y más a cuatro días vista de su gran examen en el Camp Nou. Ganó al Zúrich en un partido horrible, resuelto con un gol de Higuaín, y se vio beneficiado por un empate entre el Milan y el Marsella que le deja virtualmente clasificado -sólo caería si pierde por tres o más goles de diferencia en Francia- y con opciones de acabar líder de grupo. La vuelta de Cristiano, al que se le vio con enormes ganas después de 55 días peleado con su maltrecho tobillo, atisba luz en un horizonte sombrío.

Estaba cantado que Raúl recuperaría protagonismo, al menos en el equipo, que no en el juego. Ser carne de banquillo por quinto partido consecutivo y encima ante un adversario amigo, sería un atentado a su condición de "titularísimo". Parco en palabras, el técnico chileno no está para echar definitivamente por tierra una de sus dos afirmaciones contundentes. La otra, garantizar que no ha tenido problema alguno con Guti. En fin, él y su conciencia sabrán.

Pellegrini dio descanso a Benzema, al que desea tener fresco, dispuesto y motivado en el Camp Nou, no tan parsimonioso como en este arranque de curso. En el resto del once, pocas novedades. Tampoco era cuestión de juguetear más de la cuenta en un choque que había que ganar sí o sí para no complicarse la existencia en Europa.

El gol, sólo de Higuaín

El guión, tan escrito como la presencia del '7' blanco. El Madrid con el balón y el Zúrich escondido en su cueva, con miedo a sacar la cara no fueran a partírsela. Pero una posesión insulta, sin profundidad, con balones casi al pie. El gol llegó casi por obligación, por puro dominio. Un robo de balón de Lass, un buen pase de Kaká a Higuaín y un certero zurdazo de un delantero en constante progresión. Participó luego el argentino en una jugada de laboratorio que cerró Marcelo con un disparo al palo. Y poco más, salvo alguna incursión interesante de los blancos por la derecha, hasta entonces inédita, en el tramo final de la primera mitad.

Más de lo mismo en una segunda mitad directa al cubo de la basura. Menos mal que el Madrid jamás sufrió en defensa. En ataque estuvo físicamente pero nunca mentalmente. Al menos, esa es la única justificación que puede encontrar sin alarmarse. Los únicos aplausos, para Cristiano Ronaldo. Cuando salió a calentar, cuando corrió a por un balón perdido, cuando lanzó un tiro lejano y cuando estuvo a punto de marcar tras una pared con Granero. El Madrid le necesita como el comer.