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Silencio en Las Aletas

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En el ámbito político, en el de las administraciones socialistas, se quiere imponer un toque de sordina y mesura en torno al Parque de Las Aletas, tras la sentencia del Supremo que anulaba la reserva de suelo y paralizaba el proyecto. Quieren dejar que los servicios centrales de la Abogacía del Estado trabajen en preparar el recurso y no hablar mientras tanto. Pero ese sonido no deja de tener ecos fúnebres. No sé, evoca a la antigua capilla musical de fagot, corno y oboe, interpretados por hermanos penitentes encapuchados, que sigue a la Buena Muerte en las noches del Viernes Santo gaditanas, con las calles apagadas, la dramática sombra del crucificado de Montañés y el golpe de la horquilla sobre los adoquines. Los sonidos del Silencio. Triste, tristísimo hilo musical para una ilusión colectiva, aunque realista, desde luego, tal y como están las cosas para el proyecto que prometía convertirnos en un «Silicon Valley», pero con gracia y buen clima, Juana Lázaro dixit, más o menos en 2011, justo cuando acabe la crisis. No estará ya siquiera en el 2012, nuestro supuesto «Gran Año» que cada vez parece pincharse más.

No sé si es cosa de nuestro optimismo patológico, o esa cierta despreocupación genética trufada de desidia y de fatalismo que nos caracteriza, o si es que realmente estamos tan desmotivados y desentendidos de la cosa pública que nos afecta, como decía el otro día Andrés Contreras, el presidente del Foro Cádiz 2012, que es para mí, como todo el grupo de socios, una fuente acreditada, porque me parece que los árboles les dejan ver el bosque, y viven la realidad gaditana desde una cierta distancia, no muy lejana en el espacio -porque Madrid hace mucho que está a una hora de avión- pero sí en el tiempo, ya que el gran mundo empresarial, universitario, profesional en que han hecho carrera está a años-luz de la vida cotidiana en que nos desenvolvemos la mayoría de los gaditanos, con pequeños horizontes, escasas expectativas, pocos emprendimientos y también mínimas esperanzas.

No sé, digo, cuál es la causa de que aquí hayamos encajado con esa «deportividad» la sentencia del Supremo contra Las Aletas. Puede que no hayamos sabido leer los signos, o que nos hayamos vuelto tan sectarios que hayamos aceptado sin más las declaraciones de nuestros representantes políticos que, como siempre y porque es su «tic» profesional, han intentado dar el mensaje de que aquí no pasa nada y dejadnos a nosotros que lo resolveremos. Pero hemos de preocuparnos, y mucho.

Los promotores del parque, tanto de la Junta como del PSOE y del Gobierno central, se gastaron en su momento en pedir a los diverso sectores sociales apoyo para el proyecto, pero también un poco de comprensión y tolerancia hacia las dificultades que surgieran en el camino, en la certidumbre, muchas veces repetida, de que se superarían todas las dificultades. Todos estuvimos dispuestos a hacerlo, y lo hicimos.

Sin embargo, ahora han de apechugar con el coste político que la sentencia les supone. El PP ya ha comenzado a presentar preguntas parlamentarias -la primera se vio el jueves en Sevilla y hay otras en el Congreso y el Senado-, para «interesarse» o «sacar tajada» del asunto, según quien hable. Cómo no. Entre otras cosas porque son los cauces de participación establecidos, las vías que tiene la sociedad para elevar sus quejas, a través de los representantes que ha elegido, de acuerdo con las reglas de la democracia.

Con todo, resulta evidente que es precisa la unidad de todas las fuerzas políticas en torno a Las Aletas -¿o es que va a ser menos que la presidencia de RTVE?- y que además es la sociedad civil gaditana la que ha de dar un paso adelante para hacer ver el interés superior del parque para el bien común, muy por encima de los extraños intereses de ese grupo ecologista, Adena, que ni tiene aquí afiliados ni siquiera se ha atrevido a dar en Cádiz, sino que lo hizo en Sevilla, la rueda de prensa en defensa de su recurso.

Es ese mismo compromiso de apoyo a un proyecto que hemos entendido fundamental para nuestro futuro y el de nuestros hijos es el que nos debe llevar ahora a reclamar que Las Aletas sea realidad, y más pronto que tarde, por usar la épica, emocionada, legendaria frase de Salvador Allende.

lgonzalez@lavozdigital.es