. Molina posa en el comedor de la residencia Vitalia de San Fernando en la que vive desde hace un par de meses./ C. C.
Ciudadanos

«Lo importante es que se preocupen de mi bienestar»

Eduardo Molina se ha acostumbrado al centro de mayores en el que pasa los días junto a su mujer

SAN FERNANDO Actualizado: Guardar
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Sus pies acumulan una gran cantidad de kilómetros, pero ahora Eduardo Molina prefiere moverse en silla de ruedas. Se ha habituado a la rutina que existe en el centro de mayores Vitalia, situado en San Fernando, y la agenda la tiene repleta de actividades aunque «no es como en mi casa porque estoy en un centro, claro que me tratan muy bien y uno se acostumbra. La verdad es que resulta muy cómodo».

A lo lejos una de las cuidadoras grita «cuidado con lo que dices que te estamos escuchando» y Eduardo, rápido y veloz responde «pues si hablo bien me tenéis que poner doble ración de comida» y se ríe. El humor es una de las cualidades que más llama la atención de una persona que ha congeniado perfectamente con el estilo del centro y que lleva por bandera «la risa porque si la pierdo con la edad que gasto ya no me queda nada».

Sentado a su lado en la mesa se encuentra su mujer, Gloria Guillén, concentrada en el plato y en la cuchara pues es más reservada. Ambos llegaron hace unos meses a este centro que comenzó a funcionar en marzo y que tiene capacidad para casi 200 personas. Equipado con la última tecnología, Eduardo se aprovecha de ella y ya se ha acostumbrado a «las terapias con barro caliente para clamar los dolores musculares». Para entretenerse, la música, la lectura, los debates y sobre todo «la lotería. Es uno de los juegos más distraídos que tenemos, pero no te dejan jugar con dinero y eso le quita toda la gracia. Me gustaría poder poner unas cinco mil pesetas a ver si tengo suerte y me toca algo, pero nada no me dejan».

Respiro familiar

También tiene tiempo para ver a la familia y para salir a dar paseos junto a su mujer que es «un gran apoyo aunque me tiene vigilado. Pero estamos los dos juntos y eso es lo importante».

Pendiente a todo lo que ocurre a su alrededor, está un poco sordo por lo que «hablan conmigo un poco a gritos pero siempre con buena educación. No he tenido problema con nadie y con ningún auxiliar. Son todos bastante simpáticos». Le falla la memoria y se esfuerza por enumerar todas las actividades que realiza al cabo del día pero al tiempo se da por vencido al «no acordarme y eso que hacemos talleres de memoria. Pero bueno que en este centro se está muy bien porque tiene luz, es cálido y la gente es muy acogedora».

En su situación se encuentra también el resto de mayores que acoge el centro y que han tenido que buscar esta solución ante la imposibilidad de los hijos de asumir su cuidado porque lo que uno menos quiere es «ser una carga para su familia». En este sentido, casi la totalidad de las plazas están concertadas con la Junta de Andalucía y la ayuda económica que ofrece es un respiro para muchas familias.

«No me puedo quejar. Claro que es distinto que estar en otro sitio como en casa, pero hay que adaptarse a las circunstancias de la vida y ahora estoy en este centro. Nadie quiere ser una molestia para la familia y lo que la familia quiere es que uno esté bien atendido y aquí lo estoy y mi mujer también y eso es lo importante a lo demás te adaptas y mejor con buen humor», destaca Eduardo.