La guerra entre bandas por el control del narcotráfico se recrudece

Es una delincuencia invisible, que no computa en las estadísticas oficiales y que se descubre, la mayoría de las veces, en el transcurso de investigaciones que sacan a la luz las actividades de las organizaciones de narcotraficantes. Son los trapos sucios de un negocio nada limpio, fruto de las rivalidades entre clanes que buscan la primacía en un comercio siniestro. Los ajustes de cuentas por asuntos de drogas no son algo nuevo en la provincia, que lleva años padeciendo los efectos del tráfico de estupefacientes por su situación geográfica, pero la situación está empeorando. Lo advierten Fiscalía y los Cuerpos y Fuerzas del Estado.

El primer síntoma de esta enfermedad se ha detectado en el aumento de episodios violentos como las agresiones y los secuestros de personas vinculadas al negocio. Buscar cifras sobre la incidencia de estos delitos es tarea imposible porque en la mayoría de los casos las víctimas no denuncian. Pero la Guardia Civil y la Policía, cuando siguen los movimientos de una banda, descubren estos ajustes que incluyen posteriormente en las diligencias. Así ocurrió con una reciente operación del Greco de Cádiz, que destapó cómo una organización utilizaba a ancianas turistas para introducir droga en el país a través de cruceros de lujo donde embarcaban las supuestas turistas. Una de las células de la banda estaba preparando el secuestro de un narco en el momento de su detención. Ya tenían su objetivo localizado y su vivienda controlada cuando fueron apresados por los agentes.

En otras ocasiones, son los familiares de la víctima quien terminan por recurrir a los agentes cuando su allegado no da señales de vida durante varios días. Sin embargo, cuando se esclarece su paradero y regresa con vida, los denunciantes potenciales vuelven a sellar sus labios.

Fuentes policiales no esconden su preocupación con enclaves estratégicos dentro de la red internacional del mercadeo de drogas, como es el caso de la desembocadura del Guadalquivir. En los últimos meses se han detectado más de medio docena de palizas, detenciones ilegales y peleas vinculadas al narcotráfico. Pero sólo rezan en informes internos.

Esta preocupación también ha quedado plasmada en la última memoria de la Fiscalía Superior del TSJA. Este mensaje se puede considerar un aviso para navegantes: «El tráfico de drogas viene acompañado, además, de muchos otros delitos derivados de la lucha por su tenencia, por el mercado; delitos violentos como los robos con intimidación, las represalias o los ajustes de cuentas, que a veces han llegado a detenciones ilegales, palizas y hasta el asesinato».

Armados

A esta dura descripción se añaden las cada vez más habituales incautaciones de armas dentro de los operativos antidroga. Esto indica que las bandas han reforzado sus propias medidas de seguridad para evitar ser robados por otros clanes, que pretenden apropiarse de su mercancía. Sólo el grupo I de la UDYCO de la Comisaría de Cádiz -encargada del tráfico a mediana y gran escala- ha requisado armamento de todo tipo en seis de las ocho operaciones que han ejecutado en lo que va de año. Entre otros inventos se encontraron con un escopeta de balines que habían transformado para cargar munición del calibre 36 de 12 mm; un arma manipulada para ser más potente y dañina.

En Sanlúcar o en Chipiona, los agentes ya no se sorprenden cuando comprueban que los cargamentos guardados en almacenes están custodiados por centinelas armados. Antaño cuando el negocio de la droga estaba en manos de pocas familias, la rivalidad apenas existía, aunque los deudas impagadas también se resolvían de forma violenta.

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