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Porta aprende a «sobrevivir» en la cárcel de Tegucigalpa

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Una semana después de que Antonio Porta fuera encarcelado en Honduras por presunto delito de sedición contra el gobierno golpista de Micheletti, el chipionero está «aprendiendo a sobrevivir» en la prisión de Tegucigalpa. Así lo aseguró desde este centro penitenciario, cuyas condiciones de salubridad y alimentación para los presos «dejan bastante que desear».

Mientras tanto, en el número 8 de la calle Flamenco de Chipiona, su madre Josefa y sus seis hermanos continúan contando las horas a la espera de una buena noticia, que vendría de la mano de la resolución favorable del recurso de apelación presentado ayer por la defensa de Porta. Mientras, va creciendo su preocupación por las condiciones en que vive Antonio en la prisión Marco Aurelio Soto.

«A pesar de que él nos diga que está bien, y de que sepamos que le están llevando comida, nosotros estamos intranquilos porque sabemos que esas cárceles son muy inseguras». Inmaculada Porta, su hermana pequeña, refleja el sentir de toda su familia, unida como una piña en torno a su madre, y pide «que todo esto no caiga en el olvido, después de todo el interés que ha despertado en la prensa».

Inmaculada señaló que de momento se mantendrán a la espera de novedades sobre el recurso de apelación, «porque nosotros confiamos en la justicia» y dependiendo de ello valorarán qué otros pasos puede dar la familia para ayudar a Porta. Éste recibe las visitas de su novia, María Antolina García y lanza mensajes de tranquilidad a su familia a través de los medios de comunicación.

Tedio en la cárcel

El interno narró que la vida en prisión es muy monótona y tediosa. Al menos tres recuentos de presos se realizan a diario. Éstos pasan la mayor parte del tiempo en el patio. «Allí no hacemos nada, nos miramos y charlamos. Yo siento que a mí me respetan. También hay pequeños tenderetes con comida, que montan los propios presos para sacarse un dinerillo y así nosotros comemos algo más que no sea arroz con frijoles. Pero aquí hay poco que hacer».

Antonio narró que las duchas son «una especie de bañera, donde los chorros vienen de los lados. Te tienes que meter ahí hasta la cintura». Pero lo que peor lleva Porta, además de estar lejos de su familia y de su novia, María Antolina, es la hora de recogida en las celdas. «A partir de las cuatro de la tarde ya no puedes salir hasta el día siguiente. No tenemos libros, revistas, y mucho menos televisión. Es muy aburrido».

En cuanto a sus amistades en la cárcel de Tegucigalpa, Antonio habla del Padre Peter, un eclesiástico encarcelado desde hace tres años, como «la persona que me está enseñando los entresijos necesarios para sobrevivir en la cárcel». Se estima que este hombre podría proporcionar a Antonio contacto telefónico directo con España, ya que el móvil del acusado fue retirado cuando ingresó en la cárcel.