Tres jóvenes se sirven copas en la plaza Pintor Clemente de Torres en la capital . / VÍCTOR LÓPEZ
Ciudadanos

El botellón vuelve a su origen

La Bahía se llena de nuevo de pequeños grupos que beben en la calle pese a las multas Los jóvenes critican que las zonas habilitadas estén abarrotadas y sean conflictivas

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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«He quedado con mis colegas, luego te veo en tu botellón». Cada generación piensa que lo ha inventado todo, pero ya antes la bombilla está encendida en la cabeza de alguien. Aquello de la bolsa de plástico que escondía la botella de alcohol y el refresco debajo del banco ya tenía recorrido cuando llegaron las plazas abarrotadas, las quejas de los vecinos, la ley y las multas.

El fenómeno comenzó en pequeños grupos diseminados por zonas apartadas que se reunían para tomar unas copas con los amigos y hacer tiempo para llegar a los locales de marcha. De las primeras reuniones a pie de acera hace ya casi veinte años, cuando el cubata se cobraba en pesetas (y eran 200) y los cigarros se vendían sueltos en quioscos de chucherías.

«Era otra época», cuentan aquellos que ahora ven con el recelo del que ya es padre las salidas de botellón y rehuyen de las grandes aglomeraciones para beber. «Nosotros vamos a otro rollo», dicen los que se reúnen cada fin de semana en pandilla para tomar copas en la calle con los amigos y a los que la consumición les sale a cinco euros y necesitan el permiso electrónico del camarero para comprar un paquete de tabaco.

Lo que parecía una batalla ganada mantiene aún flancos abiertos. Los jóvenes han vuelto a las plazas, al Paseo y a los laterales de los edificios para hacer botellón. Esta vez de forma controlada y sin causar molestias. El fenómeno masivo de hace cinco años se ha trasladado al extrarradio en botellódromos que, en muchos casos, son rechazados por la distancia con la zona de marcha y por la conflictividad.

Cádiz

El caso más claro se encuentra en Cádiz, donde los habituales de las reuniones en la calle han respondido con inesperada docilidad a la ley. Las multas por beber en lugares no permitidos oscilan entre los 150 y los 300 euros, por lo que buscan lugares más apartados que no frecuenten los agentes de Policía. Ése es el caso de la plaza Pintor Clemente de Torres, en La Laguna, que cada domingo se llena cuando toca partido del Cádiz. Viernes y sábados noche el aforo es mucho menor, entre dos y tres grupos, que suelen coincidir cada semana, aprovechan los bancos para servirse unos cubatas.

La playa es otro enclave socorrido durante el verano. Los tramos cercanos a los locales de Muñoz Arenillas y los chiringuitos son los más concurridos. La media dice que cada fin de semana se ponen entre nueve y diez multas sólo en la capital. Muchos de ellos son cazados en el centro, especialmente por en entorno de la Caleta y en la Alameda, donde buscan refugio huyendo de la conflictividad de La Punta de San Felipe, el botellódromo gaditano.

Gloria Guerrero, sanluqueña de 20 años que estudia segundo de Enfermería, cuenta que al botellódromo van muchos menores «que se toman dos copas y molestan al resto». Habla incluso de locales que venden alcohol más allá de las diez de la noche.

Chiclana

Las concentraciones de jóvenes en la zonas de marcha se han ido diluyendo a una velocidad pasmosa en Chiclana. El Ayuntamiento emprendió una cruzada contra el botellón y ha conseguido contenerlo en un área habilitada del recinto ferial. Pero aún son numerosos los jóvenes que aprovechan el maletero abierto de un coche para beber en las inmediaciones de las zonas de marcha.

La dureza con la que se aplica la norma ha liberado de ruido y suciedad lugares como el Coto de San José, los aparcamientos del paseo marítimo o La Barrosa. La mayor concentración de bares de la ciudad se encuentra en el centro comercial Las Redes, el centro comercial Bellamar en los accesos a Novo Sancti Petri y la urbanización Los Gallos. Es usual ver durante el verano a grupos diseminados que intentan ocultarse para evitar la multa. En 2008 se llegaron a multar a 200 personas durante los fines de semana y este año se ha aumentado la dotación de policías para vigilar las calles.

San Fernando

El recinto ferial de La Magdaleta también ha sido la ubicación elegida por el consistorio para instalar el botellódromo, pero el lugar no ha calado entre los jóvenes que deciden buscar otros ambientes para disfrutar de una noche de juerga común.

El Puerto y Conil suelen ser los habituales ante el desierto de oferta de ocio que obliga a muchos jóvenes a salir de la ciudad para disfrutar de una madrugada de juerga común. Las reuniones en torno a un lote (alcohol, vasos, hielo y refresco) se trasladan a otras localidades donde no siempre se termina en los espacios permitidos.

El Puerto

En el Puerto las cosas son diferentes. El enclave habitual, el Parque Calderón, sigue siendo el lugar preferido para tomar copas a pesar de la prohibición. Este verano el Ayuntamiento impuso una prohibición para beber en esta zona con la pretensión de trasladar la movida a la playa, lo que ha supuesto un fracaso total.

La mayoría siguen en el parque dada su cercanía con el centro. También se ven grupos alrededor del centro comercial Vista Hermosa, que huyen de las grandes concentraciones. La ciudad portuense recibe no sólo a los jóvenes del resto de localidades gaditanas, sino a todos los veraneantes, que buscan locales que cierren tarde y amplia oferta de música y copas.

Puerto Real

El soterramiento del tendido ferroviario a su paso por Puerto Real ha enterrado uno de los lugares más extraños, oscuros y escondidos en los que se ha podido hacer botellón en la Bahía: las vías del tren. Los que ya han pasado de los treinta podrán recordar cómo los andenes del ferrocarril se convertían cada fin de semana en improvisados bancos, donde servirse un cubata. Tras la obra el enclave ferroviario comenzó a decaer y la aprobación de la ley antibotellón le terminó de poner la puntilla. Dada la falta de demanda, el Ayuntamiento no ordenó medidas especiales para vigilar el fenómeno ni habilitó lugar alguno. Simplemente dejó que el aburrimiento dejara paso a la tranquilidad.

ciudadanos@lavozdigital.es