Familiares de las víctimas, en Barajas. / EFE
ESPAÑA

«Las heridas continúan abiertas»

Familiares de los fallecidos y supervivientes relatan las secuelas de la tragedia y las dificultades a las que se enfrentan

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las heridas no han cicatrizado. El recuerdo del accidente todavía está «muy presente» en la memoria de los familiares de las víctimas. Y también en la de los supervivientes. La mayoría de los afectados por una de las mayores tragedias aéreas ocurridas en España prefiere guardar silencio. Agradecen el interés, pero aseguran que no tienen «fuerzas ni ganas» de revivir un capítulo que no termina de cerrarse por más que se empeñen. El accidente aéreo acabó con la vida de 154 personas de un plumazo.

«Lo que pasó en el aeropuerto de Barajas es tan fuerte que no tengo palabras para describirlo. El dolor y la rabia que siento por lo ocurrido ese maldito día y todo lo que ha venido después no me dejan vivir. Tengo la sensación de que esto no se va a acabar nunca». Angelines no puede reprimir las lágrimas. El accidente le arrebató a su hija. A su única hija. Tamara Gallardo tenía 21 años. Iba a pasar las vacaciones de agosto en Gran Canaria con su amiga Sara Conejo, otra de las víctimas del fatídico vuelo JKK 5022. Las dos jóvenes eran vecinas del pueblo toledano de Alameda de Sagra.

Los padres de Tamara -«jamás hemos viajado en avión y las pocas ganas que teníamos se nos han quitado»- están «indignados» con el trato recibido por parte de Spanair. «Es una vergüenza cómo nos han tratado durante todo este tiempo. Han matado a mi niña y nadie da la cara. Lo justo sería que los responsables pagasen por lo ocurrido con la cárcel».

La familia Gallardo va a agotar todas las posibilidades a su alcance para que la muerte de su hija no quede impune. «Ha sido el peor año de nuestra vida. Al principio estás tan aturdida que no eres muy consciente de lo que ha pasado, pero conforme pasan los meses el dolor es más insoportable», se duele Angelines.

«Grabado a fuego»

Murieron familias enteras. La de Lorenzo Asensio fue una de ellas. Perdió a su hija, a su yerno y a sus dos nietos. «Un horror», describe con apenas un hilo de voz. «No parece el mismo de hace un año. Ha envejecido muchísimo. Es como un muerto en vida», explica una prima de la familia.

Los empleados del ayuntamiento canario de San Bartolomé de Tirajana, uno de los más castigados por la tragedia, todavía tratan de sobreponerse a la muerte de Laudencio García, concejal de Cultura y una persona «muy querida» en el municipio. «Había ido con su mujer y sus dos niños a visitar a su familia a un pueblo de Ciudad Real y murieron todos», explica uno de los funcionarios municipales. El Ayuntamiento de San Bartolomé organizará una misa el jueves en recuerdo de los vecinos fallecidos. No será el único consistorio. Numerosas localidades españolas celebrarán esta semana ceremonias religiosas para conmemorar el primer aniversario del accidente.

El matrimonio formado por Ángeles Carpintero (68 años) y Rafael Moreno (69) también viajaba en el avión siniestrado, pero pueden contarlo. Son dos de los dieciocho afortunados a los que la vida les ha concedido una prórroga. «Tengo ese día grabado a fuego en mi mente. No lo olvidaré nunca», asegura el hombre con rotundidad. El accidente no los mató, pero les dejó secuelas. Psíquicas y físicas. Ángeles ha perdido mucha movilidad y el adosado en el que viven les resulta «incómodo». «Al principio todo fueron buenas palabras. Tanto los políticos como la propia compañía aérea se comprometieron a ayudarnos en lo que nos hiciese falta, pero no ha sido así. Mintieron. Nos han abandonado», lamenta el matrimonio.

Ángeles y Rafael recuerdan el momento del accidente «con mucho dolor» y «angustia», pero no han renunciado a volar. «Hace unos meses nos fuimos a Málaga por prescripción médica. Vivir en una isla te obliga a coger aviones», coinciden. Lo que no volverán a hacer es contratar un vuelo con la compañía Spanair. «Se han portado tan mal por su dejadez y su desidia que ya se trata de una cuestión de principios», se justifica Rafael Moreno.

En la ruina

Un centenar de personas afectadas por el siniestro -98 familiares de víctimas y diez supervivientes- han creado una asociación de damnificados por el vuelo JKK 5022 ante el «complejo proceso burocrático» al que se tienen que enfrentar para «llegar a conocer la verdad». «Es un día a día muy duro. El accidente nos ha cambiado la vida en todos los niveles. Personal, laboral, económico», reconoce el portavoz de la agrupación. Javier Rodríguez perdió a su cuñada. Mari Carmen Rojo (22 años) y su novio Gabriel habían decidido pasar unos días de vacaciones en Canarias para celebrar su reconciliación. Fue su primer viaje en avión y el último.

Tras la muerte de la joven, la familia de Javier tuvo que trasladarse a Madrid desde Algeciras (Cádiz) para «estar más cerca» de su suegra. «Otros han quedado en una situación económica muy complicada porque no tienen ingresos. Hay familias que lo están pasando realmente mal», lamenta Rodríguez. La asociación ha creado una plataforma virtual para que los afectados puedan estar en contacto y compartan el dolor. «Nuestra prioridad es que los responsables paguen por todo el daño que han causado a personas inocentes».