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Medio millar de menores bajo vigilancia

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La alarma social se ha vuelto a encender por la preocupación que han suscitado la violación en menos de una semana de dos niñas por menores de edad. Al horror ante los acontecimientos ocurridos en el municipio cordobés de Baena, en donde una pequeña de 13 años fue agredida por seis muchachos (tres de ellos menores), se sumó el ocurrido en Isla Cristina (Huelva) cuya víctima sólo tenía 12 y una discapacidad psíquica, aprovechándose de tal circunstancia hasta siete menores.

Los sucesos han reabierto un viejo debate en el que se cuestiona la dureza de la actual Ley del menor, por la que se establece el tipo de medidas a tomar contra los menores delincuentes. Más aún cuando las cifras indican cómo la criminalidad entre los jóvenes por debajo de los 18 años, no hace sino aumentar. Así, y mientras el número de delitos se incrementa en casi un 25% cada año, llama la atención cómo las medidas de internamiento descienden. En concreto, en la provincia de Cádiz en 2008 se ordenó la entrada en algún centro de rehabilitación social a 148 jóvenes, aunque apenas 18 de ellos en régimen de internamiento cerrado.

Por su parte, las penas de libertad vigilada siguen siendo las más repetidas como medidas a los diversos delitos que cometen los jóvenes. De este modo, según la última memoria de la Fiscalía de Menores de Cádiz (excluyendo los registrados en Ceuta), al menos 534 jóvenes fueron puestos bajo la vigilancia de la Policía. No en vano, esta medida de libertad vigilada representa más de un tercio (un 33%) en el conjunto de 1.616 medidas que se llevaron a ejecución en los juzgados de menores gaditanos el pasado año.

Cádiz tampoco es ajena al incremento de procedimientos abiertos relacionados con la violencia doméstica y de género, como los que provocaron la violación de las chicas de Baena y Huelva, aunque los delitos no lleguen a ser de tal magnitud.

En concreto, se cometieron un total de 299 delitos contra la libertad sexual. Seis veces más que los que tuvieron lugar el año 2007, cuando se iniciaron 47 procedimientos judiciales. Resulta llamativo que la mayoría de casos se produjeran en el entorno de Algeciras, con un total de 269 delitos de este tipo, mientras que en la Bahía se limitaban a 27 y en la campiña de Jerez a tres casos.

¿A qué se debe este incremento de agresividad juvenil? Los psicólogos y profesionales ponen en la educación el primer punto en el que se debe reflexionar. Se considera que en educación se ha pasado de un sistema autoritario, que se imponía hace años, a una incapacidad de establecer límites en la actualidad, que se demuestra en conductas sexualmente agresivas. Quienes las cometen son, de hecho, en la mayoría de los casos, adolescentes que nunca se han privado de nada y por lo tanto no tienen límites.

Conscientes del delito

Las violaciones de las menores en Córdoba y Huelva también ponen de manifiesto la cuestión de si los menores son conscientes del mal que están cometiendo. En este sentido, los expertos suelen ser bastante claros al entender que conocen perfectamente lo que están haciendo, pero no tienen tan claras las consecuencias de sus actos.

Según la psicóloga Esmeralda Vázquez, los menores «tienen una escala de valores diferentes frente a estas situaciones, y a tales edades muestran un trastorno en el control de los impulsos. Recurren a la violencia para calmar una frustración y precisan del reconocimiento de los demás ante sus actos, lo que les sirve de refuerzo». En este aspecto se puede hallar cierta lógica a que las últimas agresiones se hayan cometido en grupo, ya que el impulso de experimentar debe estar reconocido por los demás.

Las asociaciones de asistencia a mujeres violadas alertan, además, del aumento de agresiones sexuales cometidas por menores y lo refuerzan con el cambio del perfil del delincuente sexual: pues si hace diez años respondía claramente a un adulto de entre 30 y 50 años, ahora son muchos más jóvenes y han comenzado a destacar los casos en los que los adolescentes son protagonistas de tales acciones.

Otros problemas

Con todo, los delitos contra la libertad sexual –aparte del espectacular y preocupante aumento que se dio en 2008–, han sido por lo general minoritarios en el rosario de fechorías llevadas a cabo entre los jóvenes delincuentes gaditanos. Las infracciones más frecuentes, en cambio, siguen siendo el de lesiones (454), los hurtos y robos con fuerza (421) y los delitos contra la seguridad del tráfico (286), según