vuelta de hoja

El torero y el tesorero

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José Tomás se enfrenta hoy a seis bravos toros, que ojalá salgan bravos, en la Monumental de Barcelona, y el señor Bárcenas se enfrentara sin fecha fija a sus responsabilidades económicas. Son dos soledades distintas. A Tomás le acusan de ser el mejor y de buscar la muerte como samurai y a Bárcenas de llevarse la pasta o de cambiarla de sitio. El apoderado del torero está temblando pero el señor Rajoy, que de alguna forma apodera al segundo, se está desmarcando. "A saber dónde estará su futuro", ha dicho. Ninguno lo sabemos, incluidos los que lo tenemos a nuestras espaldas. Los griegos decían que el porvenir está en las rodillas de los dioses.

Quizá por eso tengan todos dolencias de menisco. Lo cierto es que Tomás se la juega y a Bárcenas se la están jugando, aunque todavía no está condenado ni imputado.

El torero es el hombre que está más cerca de la muerte redonda de la plaza de toros y el tesorero el que menos le cuadran las cuentas. Mi admirable amigo Javier Villán, lejano, pero cercanísimo en el corazón, puede explicarme lo de Tomás, pero lo de Bárcenas no hay quien me lo explique. La crítica taurina siempre ha dado más talla que la política en nuestro país, aunque esta última de más cornás que la primera.

Estamos ante dos casos extremos de resistencia. Uno no quiere irse por la puerta grande, habiéndolo conquistado todo, y el otro no quiere utilizar la puerta de atrás para huir, aunque su cuadrilla cree que hace algunas temporadas que debería haberse marchado para no perjudicar más la imagen de su partido. A mí los que más preocupan son los sobresalientes. ¿Qué pasará dentro de pocas horas si cogen a Tomás? ¿Y qué pasará si cogen los libros de contabilidad de Bárcenas?