Silvio Berlusconi mira al cielo en el Palazzo Chigi mientras espera a Mahmud Abbas. / REUTERS
MUNDO

¿Cómo es posible que gane Berlusconi?

Cada vez que el primer ministro italiano arrasa en las urnas, el resto de Europa trata de encontrar motivos que expliquen su éxito

| CORRESPONSAL. ROMA Actualizado: Guardar
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Berlusconi ha vuelto a ganar unas elecciones y surge la misma pregunta: ¿cómo es posible? Fuera de Italia no se comprende y dentro, tampoco demasiado, al menos para la mayoría de la población que no le vota, un 54% de los participantes en las últimas generales más el 20% de abstención.

Desde luego no se entiende sin algunos puntos elementales. Uno es su monopolio televisivo, tres de las cuatro privadas en abierto, siendo la otra, La 7, minoritaria. Que Italia lo permita ya es una anomalía, pero que ese empresario pueda ser primer ministro rompe cualquier esquema conocido. Cuando Berlusconi está en el poder, controla además las tres cadenas públicas. Por otro lado, mira constantemente los sondeos y se mueve en consecuencia. Es el populismo audiovisual.

Otro factor es la nulidad de la oposición. Su ascenso ha coincidido con la crisis de identidad de la izquierda desde la caída del muro de Berlín y la desaparición del PSI con la operación anti-corrupción 'Manos Limpias'. La izquierda se ha quedado vieja y se ha alejado de la realidad. Aún así, Prodi, sin ser una lumbrera, ganó a Berlusconi en 1996 y 2006. Pero en ambos casos el centroizquierda arruinó él solito ese patrimonio. Hay una mayoría de italianos a quienes no les gusta Berlusconi, pero no tienen a quien votar.

Otro hecho decisivo: en Italia, país conservador, siempre ha ganado la derecha. Y si Berlusconi es la derecha desde hace 15 años, es lógico que gane siempre. El PCI, la mayor fuerza comunista de Occidente, sólo logró ser el primer partido en 1984. Hay una mitad de italianos que odian a los comunistas, aún en estos términos de Guerra Fría, y el líder del PDL ha explotado al máximo ese filón. Prodi ganó en 1996 porque la coalición de Berlusconi acudió dividida. Luego las aguas volvieron a su cauce. 'Il Cavaliere' ha sabido crear un bloque cercano al 50% de los votos.

¿Cuál es la clave de su éxito? De nuevo se asiste estas semanas en Italia a otra oleada de ensayos que intentan explicarlo. El sociólogo e historiador francés Marc Lazar opina que la popularidad de Berlusconi se debe a tres factores: uno histórico, otro político y un tercero antropológico. Históricamente, cuando entró en política en 1994, supo presentarse como un hombre nuevo en un país convulsionado por el vacío político dejado por 'Manos Limpias'. Aunque, en realidad, como pupilo de Craxi, es una versión mejorada del viejo sistema. En este sentido, el sociólogo Luca Ricolfi apunta que su modo de ser irreverente «gusta a quien está harto del teatrillo de la política, de la hipocresía institucional y de los políticos tradicionales». En su libro '¿Por qué somos antipáticos?', refiriéndose a la izquierda, Ricolfi diagnostica el sentimiento de superioridad moral que la hace insufrible, incluso a los indecisos.

Márketing

Lazar opina que Berlusconi, con su televisión, «revolucionó la comunicación política poniendo su figura en el centro del debate». El segundo factor, político, se debe a que ha construido un liderazgo que calza como un guante «en la democracia del márketing» y ha impuesto una hegemonía cultural en grupos sociales distintos. Entra en juego de nuevo su televisión.

El último aspecto que cita Lazar es el más tremendo: «Berlusconi es el triunfo de los defectos de Italia y los italianos. La escasa conciencia civil, la falta de tradición democrática, la prevalencia de los intereses particulares sobre los colectivos... Y de comportamientos aparecidos en los últimos veinte años: el individualismo exasperado, el deseo de riqueza asociado a la exhibición del dinero, la vulgaridad transgresiva, el miedo a la inmigración, la obsesión por la seguridad». No obstante, concluye que es una fórmula populista que triunfa por la ausencia de una oposición creíble.

La obsesión por comprender el magnetismo de Berlusconi genera libros que lo analizan hasta extremos inverosímiles. 'Fenomenología de Berlusconi', de Pierfranco Pellizzetti, alabado por Umberto Eco, es un venenoso ensayo que describe al magnate como el triunfo de la mediocridad total en un país que ha logrado ser totalmente mediocre. Y Marco Belpoliti ha dedicado un libro, 'El cuerpo del capo', a la obsesión de Berlusconi por sí mismo y por su imagen.

El periodista Alexander Stille opina en 'Citizen Berlusconi' que el primer ministro hizo pasar el país «de la cultura del XIX, en la que la política es un choque de ideologías, a un mundo postmoderno en el que las fuerzas motrices son la personalidad, el dinero y los medios de comunicación. Ha tenido una consecuencia positiva: los italianos dejaron de morir por la política. Y un efecto negativo: no había ya ideas políticas por las que mereciera la pena luchar». La advertencia de Stille es que quizá en Italia no ocurra algo incomprensible, sino que es la vanguardia de por dónde irá la política.