Juan Manuel Barragán moderó ayer un debate sobre el tema. / NURIA REINA
Ciudadanos

Los vientos no son favorables para la eólica marina

Los proyectos presentados en la provincia se encuentran afectados por zonas de exclusión y se enfrentan al rechazo social

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Por primera vez desde hace cinco años el Gobierno admite abiertamente su apoyo a la energía eólica marina. La mejor prueba la ofreció el propio ministro de Industria, Miguel Sebastián, que tras una reunión con el secretario de de Interior estadounidense, Ken Salazar, manifestó recientemente su intención de potenciar los proyectos offshore con la previsión de llegar a los 5.000 megavatios de potencia instalada en 2030.

Hasta ahora la Administración había mantenido un discurso ambiguo sobre este tipo de iniciativas. El rechazo producido en algunas comunidades se ha unido al bloqueo administrativo llevado a cabo por los ministerios de Industria y Medio Ambiente, que han tardado casi cuatro años en sacar a la luz el mapa eólico, aprobado hace escasamente dos meses. La provincia ofrece características más que apropiadas para este tipo de instalaciones.

Las empresas no han dejado pasar la oportunidad y han llegado a presentar hasta ocho proyectos repartidos entre Chipiona, Chiclana y el entorno de Trafalgar. Les motiva el contexto propio del territorio gaditano, que cuenta con una plataforma continental de suave pendiente, un régimen de vientos fuentes y uniformes y el desarrollo de una industria en el mar.

En el otro lado de la balanza hay que colocar el rechazo social a este tipo de instalaciones, abanderado por la comarca de la Janda, que han mostrado ayuntamientos, asociaciones vecinales, empresariales, cofradías de pescadores y almadrabas, unidos en una plataforma. Este grupo cuenta con el apoyo institucional provincial y el compromiso de la Junta de que no se dará luz verde a ningún proyecto si no hay consenso social.

Chipiona ofrece, al menos en apariencia, un aspecto distinto. Su alcalde, Manuel García (PSOE), es probablemente el único que se ha posicionado abiertamente a favor de esta iniciativa, haciendo partícipe al propio Ayuntamiento en el proyecto que ha presentado la empresa cordobesa Magtel. Pero tanto unos como otros tendrán que esperar, al menos hasta que el Ministerio de Industria termine la caracterización de las áreas de interés, es decir, su descripción y cuáles son los elementos a tener en cuenta a la hora de instalar. Por lo pronto, todos los parques propuestos tendrán que ser replanteados dado que están parcialmente afectados por zonas de exclusión.

No obstante, una vez desatascado el trámite administrativo, las empresas cuentan con una actividad en auge que no para de crecer en toda Europa. Juan Manuel Barragán, catedrático de la UCA, ve en los parques offshore una oportunidad, siempre que se tengan en cuenta todos los condicionantes de las zonas. Así lo manifestó ayer durante una mesa redonda sobre la energía eólica marina en la provincia que organiza el Aula de Gestión Costera de la Universidad.

Objetivos pendientes

El profesor Barragán insistió en que «aún queda mucho por hacer, especialmente en lo que respecta a estudios para valorar la afectación y viabilidad de los proyectos». Precisamente, Gonzalo Muñoz, profesor de la UCA y miembro de la Fundación Migres, para los movimientos migratorios en el Estrecho, reconoció que en 2005 tuvieron contacto con las empresas para valorar la situación y criticó la «excesiva lentitud» del Ministerio para definir el mapa eólico. De la misma forma, criticó que el Gobierno no haya llevado a cabo ni un solo estudio de impacto ambiental al respecto.

La definición de zonas que ha aprobado Medio Ambiente no difiere demasiado de ls que ya tenían en 2007. Ahora es quizá más restrictiva, especialmente en Trafalgar, donde se ha tenido en cuenta el patrimonio cultural sumergido, del que aportó información el Centro de Arqueología Subacuática.

El ecologista Daniel López se posicionó totalmente a favor de la instalación de molinos en el mar. Ésta no es la primera vez que muestra abiertamente su apoyo a la iniciativa eólica marina y criticó que la Agencia Andaluza de la Energía «no haya movido un dedo por estos proyectos». En su opinión, el rechazo social en la provincia viene del «desconocimiento y de las ideas preconcebidas», porque a la distancia a la que están permitidos los parques (ocho kilómetros como mínimo), el impacto visual es «mínimo».