La manzanilla conquista a los dos mejores chefs
Además de su reconocido valor como aperitivo, el vino de Sanlúcar gana protagonismo en restaurantes de prestigio, como Fat Duck de Heston Blumenthal o El Bulli de Ferrán Adriá
| SANLÚCAR Actualizado: GuardarLos tiempos de crisis económica parecen no haber afectado demasiado a la difusión de la manzanilla de Sanlúcar, un vino singular que además de ser considerado como agradable compañero para tomar cualquier aperitivo, también comienza a ser descubierto y admirado por muchos de los grandes chefs de la cocina moderna de todo el mundo. No en vano, tanto El Bulli de Ferrán Adriá como como el Fat Duck inglés de Heston Blumenthal lo tienen muy en cuenta. Y estos dos establecimientos son considerados año tras año por la revista Restaurant (que entrega los premios San Pellegrino a los mejores restaurantes) como el número uno y el dos del planeta.
Las propiedades de la manzanilla la hacen diferente a los demás caldos y el británico la contempla ya en su menú degustación. Pero el restaurante de Blumenthal no es el único que ha sabido apreciar el sabor del vino originario de Sanlúcar. También la cocina japonesa recurre a su sabor especial para combinar con sus platos, tal y como afirma el director comercial del grupo Barbadillo, Claudio Arañó, que resalta sus valores organológicos como elemento clave a la hora de convencer a los gurús de la restauración. Si Europa y Oriente comienzan a sucumbir ahora a los encantos de la manzanilla, en España los grandes chefs no ocultan que está entre sus vinos preferidos desde hace tiempo. Juli Soler es el copropietario y fundador del prestigioso restaurante El Bulli, junto a Ferrán Adriá, y asegura que tanto la manzanilla como los otros caldos del Marco de Jerez figuran en primer lugar en la carta de vinos desde hace 30 años. «Siempre ha tenido cabida en mi carta de vinos. Todos los del Marco de Jerez son extraordinarios y marinan muy bien con cualquier tipo de cocina, moderna o clásica», destaca. Y es que al tratarse de un vino que tiene un sabor diferente, un poco salado y algo amargo por el microclima que se produce en su elaboración, provoca una atracción especial para el consumidor. Claudio Arañó confirma que la relación con los grandes chefs debe ir a más. «La manzanilla es un valor seguro. La crisis afecta más a productos emergentes ya que en los clásicos no se produce tanta variabilidad.
Estamos muy orgullosos de que haya podido alcanzar estos éxitos, ya que detrás de este producto hay algo más que un vino de feria», explica el responsable comercial del grupo Barbadillo, que engloba las marcas Vega Real, Sierra de Sevilla, Barbadillo y Bodega Pirineos Sotomontano, que fue adquirida por la empresa hace dos años.