Los actores Michael Nyqvist y Noomi Rapace, en una escena de la película. /LA VOZ
Sociedad

El cine se rinde al fenómeno Larsson

La primera parte de la serie 'Millenium' llega a las salas de cine para demostrar que el 'best-seller' puede triunfar sin necesidad de una promoción millonaria

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Hubo un tiempo en el que ante la pregunta de si habían leído este o aquel libro, algunos respondían: «¿Para qué? Mejor espero a que salga la película». Todavía se oye, aunque algo está cambiando. La pereza intelectual que ha llevado a no pocos estudiantes a ver en la interpretación de Mel Gibson al verdadero Hamlet está dejando paso a una palpitante curiosidad por comprobar cómo se adapta a la gran pantalla la historia que tanto les ha entretenido en el papel.

El próximo viernes se estrena Ángeles y demonios y el día 29 llegará Millenium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres, el primero de los tres temblores del terremoto editorial producido por Stieg Larsson que llega avalado por un incontestable éxito en las taquillas escandinavas. Las cintas no tienen mucho en común, aparte del obvio paralelismo de estar basadas en best-sellers firmados por dos de los escritores con más fama mundial en este momento. Sin embargo, algo es seguro: la mayoría de los que acudan al cine llegarán con la historia bien leída y estudiada. Toda una ironía tratándose de filmes de suspense.

Salvo excepciones, los afectados por esta fiebre comparativa son adultos, aficionados a la novela policiaca y de misterio. Pero también empieza a contagiar a los adolescentes y Crepúsculo le dio un buen mordisco a sus pagas, las últimas Navidades. De hecho, fueron los veinteañeros enganchados a los mundos fantásticos de Tolkien quienes marcaron, con su acogida de El señor de los anillos de Peter Jackson, el camino a seguir por la industria cinematográfica. La crítica también sucumbió al poder del «tesoro» y la trilogía, de la que el cineasta neozelandés es coguionista, conquistó 17 de los 30 Oscar a los que estuvo nominada entre 2001 y 2003.

No obstante, hay una diferencia fundamental entre el fenómeno Larsson y sus compañeros de cartelera. Su inversión en publicidad es ridícula en comparación con las superproducciones estadounidenses. Incluso la promoción del libro no se parece en nada a la que pueden recibir los textos de Dan Brown y Ken Follet. Por cierto, muchos de los títulos del inglés se han filmado sin demasiado éxito: El ojo de la aguja (Richard Marquand, 1981); La clave está en Rebeca (David Hemmings, 1985); Las alas del águila (Andrew V. McLaglen, 1986); Águila roja (Jim Goddard, 1994); El tercer gemelo (Tom McLoughlin, 1997)... Por no hablar de Los pilares de la Tierra, cuyos derechos adquirieron Ridley Scott y su hermano Tony el año pasado y de la que no se han tenido más noticias. ¿Será finalmente una serie de televisión?

Quizá el hecho diferencial entre ellos sea, y perdón por lo macabro de la expresión, que Stieg Larsson no concede entrevistas. A falta de un personaje mediático, la atención del público se ha fijado sobre su obra y su propuesta narrativa ha prendido entre los lectores. Los hombres que no amaban a las mujeres fue el libro más comprado en Europa en 2008. De la trilogía completa: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino la publica en España el 23 de junio) se han distribuido 10 millones de ejemplares en todo el mundo y el desaparecido periodista sueco fue el segundo escritor que más vendió después de Khaled Hosseini, autor de The Kite Runner.

La novela de este médico estadounidense nacido en Kabul fue llevada al cine por Marc Forster y estrenada en nuestro país el pasado marzo bajo el título de Cometas en el cielo. La vieron sólo unas 225.000 personas y eso que recibió la nominación a la estatuilla dorada por su banda sonora, compuesta por el donostiarra Alberto Iglesias.

Entonces, y si no podemos afirmar que la notoriedad en las librerías sea causa de triunfo en la taquilla, ¿por qué estamos casi seguros que Los hombres... y Ángeles y demonios van a reventar la cartelera? En la segunda es fácil, Ron Howard -Cinderella Man, Una mente maravillosa (Mejor película de 2001), Nixon contra Frost, Apollo 13...- repite en la dirección tras El código Da Vinci. Tom Hanks y el dinero de Sony Pictures también. A todo ello hay que sumarle la inestimable ayuda de la Iglesia católica a la hora de promocionar el filme.

En cambio, casi nadie conoce al director y los actores de Los hombres que no amaban a las mujeres. Menos aún en España, donde el nombre de Michael Nyqvist suena a piloto de rallies y el de Niels Arden Oplev, para qué engañarnos, a nada. Él es el director de Män som hatar kvinnor, título original de la primera novela de Larsson y de la película, y ahora empieza a gozar de una fama que nunca habría soñado. «La verdad es que cuando el productor me pidió por primera vez que hiciera la película le dije que no. Había oído hablar de los libros, pero no los había leído. Además, no tenía el tiempo ni la intención de hacer un thriller para el cine». Oplev estaba más metido en el mundo de la televisión.

«A los seis meses, con la producción avanzada, me lo ofrecieron de nuevo. Así que me leí la novela, era muy intrigante pero no lo vi como un thriller, es más un drama mezclado con misterio. Conecté con el material y les dije a los productores que la haría. Pero sólo si tenía el control artístico sobre el reparto, el guión, la duración, el montaje... Con este control, la única salida era hacer un filme de éxito basado en un libro popular, sabiendo que he tenido la potestad de tomar las mejores decisiones para hacer la mejor cinta posible», explica.

Y vaya si lo logró. En el fin de semana de su estreno en Suecia, el 27 de febrero, los ingresos por taquilla del país aumentaron un 85%. En Dinamarca fue todavía mejor, doblando la recaudación total de las salas, y a ambos lados del estrecho de Oresund se mantuvo como la película más vista durante cinco semanas. No es la primera cinta de bajo presupuesto que hace algo así, pero contrasta con los esfuerzos de márketing necesarios para que las historias pseudo bíblicas de Brown obren el milagro de multiplicar los espectadores que se acercan hasta una sala de cine. Casi sobrenatural le pareció a Oplev la consecución de su película «con el tiempo y el presupuesto que disponíamos».

Solicitó a dos de los mejores escritores de Escandinavia, Rasmus Heisterberg y Nikolaj Arcel, que se encargaran del guión. «Escribieron como locos», mientras se formaba el reparto, «algo que llevó meses», porque se buscaba que «tuvieran algo del brillo de los personajes de Larsson». Al final Michael Nyqvist es «el perro guardián de izquierdas» Mikael Blomqvist y Noomi Rapace «la oscura rebelde» Lisbeth Salander. «No puedo creer la suerte que hemos tenido al encontrarlos», reconoce el director. «Michael lo hace tan bien, que nos vemos capturados por la emoción durante toda la historia y Noomi se ha transformado a la perfección, su interpretación de Lisbeth -posiblemente el personaje dramático moderno que más expectación ha causado en Escandinavia- es sobresaliente». Y a quién no le intrigaría esta hacker de la que Larsson -en la única entrevista que llegó a conceder, pocos días antes de la publicación del libro y de su muerte- dijo que estaba inspirada en Pippi Calzaslargas.

Él sabía que su trilogía sería un éxito y no falló en la predicción. Sin entrar en el terreno de lo esotérico, llama la atención que en La reina en el palacio de las corrientes de aire, un personaje fallezca de forma muy parecida a la del escritor nacido en Skelleftehamm, en 1954.

En 2004, un infarto acabó con su corazón. Curiosamente ese día no funcionaba el ascensor de la redacción de la revista Expo en la que trabajaba y tuvo que subir siete pisos para llegar a su puesto, donde se sintió indispuesto. Su novia, Eva Grabrielsson, para quien Larsson escribía las novelas «como un plan de pensiones», asegura que de funcionar el elevador, «hoy estaría vivo». Puede que el fenómeno Larsson entonces no hubiera sido el mismo. Poco puede importarle a ella, que al no estar legalmente casada no tiene derecho alguno, ni beneficio económico, sobre la obra.

Y es que algo tienen las adaptaciones en las que los autores de los libros no participan en nada o dan absoluta carta blanca a los cineastas. Tolkien falleció en 1973, un cuarto de siglo antes de que Peter Jackson comenzara a rodar El señor de los anillos. El padre y el hermano de Larsson que administran la fortuna generada por la serie Millenium no intervienen en los procesos artísticos y Dan Brown es también el guionista de los pasos sobre el celuloide de Robert Lagdon. La oposición de los escritores nunca es mala para el arte, aunque puede serla para el negocio. En 1976, Stanley Kubrick intentó que los Beatles formaran la Comunidad del anillo. Paul sería Frodo, Ringo su amigo Sam, George Harrison el mago Gandalf, y John Lennon el indescriptible Gollum. J.R. R. Tolkien se opuso.