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EE UU mueve la ficha palestina

El primer ministro de la ANP, Salam Fayad, dimite poco después de la visita de la secretaria de Estado con claras consignas del presidente Obama La renuncia allana el camino para el acercamiento entre Al-Fatah y Hamás

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El primer ministro palestino, Salam Fayad, envió una carta al presidente Mahmud Abbas anunciando su dimisión y el máximo dirigente de la ANP calificó la decisión como «un paso para fortalecer y respaldar las conversaciones para la consecución de un gobierno de unidad nacional». Unas conversaciones entre las dos principales facciones palestinas, Al-Fatah y Hamás, que el próximo martes se retomarán en El Cairo para intentar seguir avanzando en el complejo proceso de reconciliación. Este entendimiento resulta imprescindible para abordar cuestiones como la reconstrucción de Gaza, la celebración de las próximas elecciones o la reforma de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), todo ello bendecido por la nueva Administración estadounidense.

Salam Fayad, economista de 57 años, fue nombrado primer ministro en junio de 2007 tras la disolución del efímero Parlamento de unidad nacional surgido tras la victoria electoral de Hamás en enero de 2006. El movimiento fundamentalista aplaudió su despedida ya que desde el comienzo calificó a su Ejecutivo como «ilegal» debido a que nunca obtuvo la aprobación parlamentaria exigida por la ley.

Fayad era la cara visible del Gobierno de Al-Fatah en Cisjordania, una autoridad enfrentada a la que Hamás ostenta en la franja de Gaza y los analistas consideran que su salida podría favorecer el acercamiento de posturas entres las dos partes de Palestina. A la separación creada y promovida por Israel, se le ha añadido en los últimos dos años el enfrentamiento político interno entre las facciones palestinas que está terminando por distanciar del todo a los ciudadanos palestinos de Gaza y Cisjordania.

El anuncio de dimisión de Fayad, que no será efectiva hasta que se aclaren los resultados finales de las conversaciones en la capital egipcia, llegó días después de la reciente visita de la nueva secretaria de Estado estadounidense a la zona. Hillary Clinton aterrizó con un nuevo mapa político en Israel, marcado por las recientes elecciones de febrero, que mostraron un giro claro de la sociedad hebrea hacia la derecha. También se entrevistó con Abbas y la jefa de la diplomacia de EE UU se ratificó en la necesidad de que coexistan en la región dos Estados. Pero para eso, los palestinos tienen que estar unidos.

Por eso, una de las lecturas que se puede hacer de la salida de Fayad es que Clinton marcara las pautas a seguir para conseguir ese objetivo. De ahí, que la salida de Fayad supondría un gesto hacia Hamás, que ya anunció que «en Gaza no se moverá una sola piedra sin nuestro consentimiento». Más de 3.500 millones de euros de donantes de todo el mundo esperan el acuerdo entre los dos grupos palestinos para iniciar a reconstruir lo que las fuerzas armadas israelíes destruyeron en tres semanas de ofensiva contra la franja de Gaza, que costaron la vida a más de mil personas, la mayor parte civiles.

Balón de oxígeno

Es un primer paso vinculado posteriormente a que el Estado hebreo y Egipto abran las fronteras y permitan la entrada a la Franja de materiales imprescindibles para la construcción como el hierro o el cemento. Un paso que no está nada claro ya que lo interpretan como una especie de balón de oxígeno a las autoridades de Hamás, pero que podría darse de conseguirse un acuerdo entre Al-Fatah y el grupo fundamentalista.

Mientras los palestinos intentan solucionar sus problemas internos y los ciudadanos de Gaza esperan la ayuda que les permita levantar de nuevo las catorce mil viviendas, 219 fábricas y 240 escuelas destruidas, según estimaciones de Naciones Unidas, Israel avanza en su ocupación de Cisjordania. La ONG israelí Peace Now reveló la semana pasada que el Gobierno hebreo ha diseñado planes para construir 73.000 viviendas en suelo palestino, de las que 15.000 ya han recibido aprobación por lo que la jefa de la diplomacia estadounidense tendrá que aumentar la presión sobre el nuevo Ejecutivo hebreo si quiere realmente lograr su objetivo de los dos estados.

Diferentes analistas apuntan a que la oferta de diálogo a Irán lanzada por Barack Obama tras su llegada a la Casa Blanca, y que causó un profundo malestar en Tel Aviv, podría lograr este efecto si es que finalmente Teherán accede a sentarse en una misma mesa para iniciar un diálogo que lleva congelado desde que hace treinta años triunfara la revolución islámica.