FELICIDAD. María del Mar Criado, con su hijo Jesús. / S. S.
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Luchadora en casa, madre en el cuartel

María del Mar Criado López, una militar de 27 años de El Ferrol que reside en San Fernando, hace «lo imposible» para poder conciliar su vida laboral y familiar

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Cuando Jesús pueda comprender lo que su madre hace cada día para salir adelante y darle una educación, tendrá sin duda que ponerle un monumento. El monumento que muchas mujeres merecen por haber conseguido compatibilizar el ámbito profesional y el familiar pese a todas las dificultades que encuentran en el camino. María del Mar Criado López de 27 años, vivió en Ferrol, Galicia, hasta que hace tres años su carrera profesional como militar le hizo instalar su residencia en San Fernando. Al año y medio nació su hijo Jesús y al poco se encontró sola en la ciudad, con un trabajo y un niño al que cuidar y mantener. Luchadora en su casa y madre en el cuartel, «no tuve más remedio que llevarlo a la guardería aunque era muy pequeño, cuando llegaba del trabajo sobre las tres tenía que liarme a darle de comer, recoger la casa, hacer la compra», cuenta. Pero María del Mar no se sentía a gusto dejando al pequeño con desconocidos y tras entablar una amistad con la familia que le alquilaba el piso donde vivía, comenzó a dejarlo cada mañana con ellos.

El calor de un hogar

Cuando no se puede elegir entre la familia o el trabajo, porque no hay más remedio, que llevarlos los dos al mismo ritmo las decisiones son complicadas. Así, esta madre, lejos de su tierra, pudo salir airosa en su deseo de proporcionarle a su hijo el calor de un hogar. Hasta el momento, Maripaz y Ramón, junto con sus hijas Ana y Mari, han hecho las labores de abuelos, y tías,. Con esta segunda familia, ha cubierto uno de los grandes problemas con los que se enfrentan las madres que, solas, luchan contra viento y marea para dar el mayor bienestar a sus hijos y a su familia. «Conocí a Maripaz porque me alquilaba el piso y fuimos labrando una amistad, mi hijo era muy pequeñito y en la guardería no estaba bien, no comía, necesitaba mucha más cercanía y cariño, así que empecé a dejar a mi hijo con ella, porque sé que está bien y le da los mismos cuidados que le daría a su nieto, aunque al principio siempre cuesta desprenderte de tu hijo, no hay más remedio que hacerlo, porque hay que trabajar», advierte. Así María del Mar pudo comenzar a sentirse más tranquila, sabiendo que su hijo estaba en buenas manos.

Al alba

María del Mar se despierta cada día con la luz del alba. A las seis de la mañana nada más levantarse se prepara y conciencia para la lucha del día a día. Despierta a Jesús, lo envuelve en una manta y lo lleva a casa de «su tata». A medio día pasa a recogerlo y vuelve a casa. Dependiendo de la hora a la que salga del trabajo, a veces el pequeño ha comido, pero muchas otras hay que ponerse manos a la obra y hacerle la papilla. «Como todos los niños hay días que come mejor y otros que está más travieso y es imposible, pueden pasar perfectamente dos horas para que se lo coma todo, y acabo muerta», explica.

Si ya es complicado sacar el trabajo y la familia para adelante, no hay ni que decir de todas aquellas cosas que las mujeres dejan de hacer para cubrir otras necesidades más importantes. Incluso a veces el cuidado personal y las aficiones quedan relegados a un tercer plano, o eliminados por completo. «Hay muchas cosas que he dejado de hacer, por ejemplo no tengo tiempo de ir a la peluquería o al solarium. Antes intentaba cuidarme más, estar morenita, me pintaba, pero después de levantarme tan temprano, llevar al pequeño a casa de Maripaz, ir a trabajar, recogerlo, pelear con él para darle de comer, lo que me apetece es una siesta y vuelta a la carga, porque en casa quedan cosas por hacer», detalla esta luchadora.

Compaginar la vida profesional y la familiar es aún mas complicado cuando el marido, pareja, o compañero sentimental tiene un trabajo que le obliga a estar largos periodos de tiempo fuera. Éste es también el caso de María del Mar que asegura «cuando mi actual pareja está en casa en un alivio, porque me echa una mano», y bromea, «entonces además de pelear con el niño, también lo hago con él».

sanfernando@lavozdigital.es