PUERTO REAL. Isla del Trocadero. / HG.EBD-CSIC
Sociedad

Los pinceles de la tierra

El CSIC retrata la costa de Cádiz con el libro y la muestra de arte y ciencia 'Armonía fractal de Doñana y las marismas andaluzas'

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«Nada, excepto la luz, viaja en línea recta». Lo dijo el investigador francés Benoît Mandelbrot cuando, a principios de los 70, cayó en la cuenta de que -pese a su carácter salvaje y en principio caótico-, la naturaleza tenía su propia geometría y que las matemáticas del papel con racionalidad euclidiana no alcanzaba a describirla. Hombres y tierra pintaban con diferentes pinceles. Vio que las montañas no son pirámides, que los árboles no son conos, que las líneas de costa no son rectas. Y propuso el uso de una nueva geometría que describe mejor la complejidad de las formas naturales: la geometría fractal. Los fractales son autosimilares y sus partes se parecen al todo. Las costas no son líneas rectas sino curvas formadas por cabos y golfos, que a su vez están formados por entrantes y salientes, en los que a su vez hay ensenadas y riscos. Un río es un cauce de agua al que llegan afluentes, y un afluente es un cauce de agua al que llegan arroyos, y un arroyo es un cauce de agua al que llegan riachuelos, y un riachuelo es un cauce de agua al que llegan barrancos, y un barranco es un cauce ocasional de agua al Así hasta el infinito. Se dice por tanto que las estructuras fractales no varían con la escala a la que se miren. Pese a la contaminación que deja el paso del hombre, este fenómeno aún se puede admirar en los espacios que no han sido transformados por la actividad humana. Doñana, Sancti Petri, el Trocadero de Puerto Real... En las marismas atlánticas andaluzas la geometría fractal se muestra en todo su esplendor, especialmente cuando se observa desde el aire. Así lo ha hecho Héctor Garrido en Armonía Fractal de Doñana y sus marismas, un gran proyecto que ha preparado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Una muestra ha visitado Sevilla y viaja estos días a Huelva y el trabajo se puede ver en una web (http://armoniafractal.com) y un libro que ha puesto en el mercado la editorial Lunwerg.

«La geometría fractal cambiará a fondo su visión de las cosas. Seguir leyendo es peligroso. Se arriesga a perder definitivamente su visión inofensiva de las nubes, los bosques, galaxias, hojas, flores, rocas, montañas, tapices y otras cosas». Hablaba Michael Filding en su curso de Geometría Fractal de la School of Mathematics de Atlanta, aunque el discurso le sirve a cualquiera que acceda al lisérgico universo de un trabajo en el que un estero tiene la consistencia de los hemisferios cerebrales o la desembocadura de un río es la paleta de un pintor.

Semejante hallazgo se corresponde con la obra del fotógrafo Héctor Garrido. Dentro de su labor de censo de espacios naturales, él es uno de los privilegiados que sobrevuela cada mes los paisajes desde una altura suficiente para tener un punto de vista único que ahora comparte con el público. Durante su trabajo en la Estación Biológica de Doñana ha recogido cientos de imágenes que son -a partes iguales- objeto artístico y excusa para introducir al público en las leyes de la geometría de los paisajes mediante una exposición que ha visitado Sevilla y que abrirá sus puertas en Huelva el día 10.

Así, la intención de la exposición del CSIC es doble: ofrece ciencia y el entretenimiento del arte. El juego corresponde a dos artistas y un científico. La primera, la que ha labrado las obras mediante siglos de erosión y de mareas es la propia naturaleza. El segundo es Héctor Garrido, que ha sabido captar con su cámara los caprichos de las formas que dejan a los pájaros las marismas. Por último, la dirección del proyecto corresponde a Juan Manuel García Ruiz, cristalógrafo y profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

El profesor -miembro de la Real Sociedad Española de Historia Natural y gestor del programa EXPLORA de proyectos de investigación heterodoxos- había estudiado l»a génesis de formas naturales en modelos a escala o en fotografías aéreas de lugares remotos e inaccesibles, en los desiertos y cañones, en la superficie de Marte». Eso hasta que se encontró con las fotografías de Garrido desde su avioneta, «en una marisma mil veces fotografiada, pero jamás vista desde esa perspectiva».

Entonces se dio cuenta de que reconocía en ellas las formas fractales y que «eso que parecía no moverse» era «el corazón mismo de la marisma, la expresión eterna del mecanismo que le da la vida».

Son el resultado de un larguísimo proceso a la escala del ser humano, un parpadeo en el tiempo de la geología. «Año tras año, el juego de la tierra rediseña el paisaje con formas que pueden parecer caprichosas y desde luego, son efímeras», dice el miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. «Esas formas son la expresión canónica de la geometría fractal, la geometría con la que la naturaleza dibuja el paisaje. Lo que fotografía Héctor desde el aire es ese paisaje poco o nada hollado por el hombre, el paisaje generado por los trazos que deja en la tierra el juego en vaivén del agua y el viento».

La teoría está más que clara en la cabeza del profesor, pero es desconocida para la mayoría de los humanos. La intención didáctica es básica y a través de las aportaciones de Garrido y García Ruiz, la tecnología explica mediante simulaciones de ordenadorla formación y medida de esas estructuras, la geometría y la física que hay detrás de ellas.

Esa es la parte racional del trabajo, aunque no la única. Como colofón, 32 autores de diferentes áreas (literatos, pintores, fotógrafos) se basan en las imágenes para echar a volar su imaginación a la altura del avión de Garrido.

«Observado desde el aire... parece un árbol tumbado, enorme, con un tronco corto y grueso, constituido por el núcleo central de sepulturas, de donde arrancan cuatro poderosas ramas, contiguas en su nacimiento pero que después, en bifurcaciones sucesivas se extienden hasta perderse de vista, formando...una frondosa copa en la que la vida y la muerte se confunden». Así ve la isla de Enmedio, en Huelva, José Saramago que presta su texto junto al de otros nombres grandes como Luis Landero, Miguel Delibes de Castro o Jorge Drexler, que incluso se atreve con un poema fractal sobre las salinas de San Fernando. «Una red en cada nodo,/ una espiral de espirales./ Las infinitesimales/partes que abarcan el todo./En cada puntual recodo/del tiempo, todos los tiempos:/el agua, el rozamiento/y a su escala las orillas.../Y el lunar en tu mejilla/a escala del firmamento».

apaolaza@lavozdigital.es