CALABOZO. Con goteras. / A.V.
Ciudadanos

Visita a los bajos fondos de la justicia

Algunos jueces abrieron a la prensa la puerta de los juzgados, aunque la Junta lo prohibió

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La agenda marcada por los jueces en huelga incluía ayer no sólo la concentración ante los juzgados de cada ciudad, sino también una especie de jornadas de puertas abiertas con visitas guiadas al lado más oscuro de la Justicia en Cádiz: papeles amontonados, sedes llenas de estrecheces en edificios antiguos y órganos judiciales como el de guardia en Cádiz capital, donde el sótano del edificio está apuntalado por filtraciones de agua. En definitiva, quería mostrar imágenes de decadencia con las que sostener sus denuncias acerca de la «deplorable» situación en la que trabajan.

Sin embargo, una orden de la Junta -basada en la jurisprudencia- intentó cortar en seco la convocatoria. Concretamente, la Delegación hizo mención a una sentencia del Tribunal Supremo (recurso nº 305/1.996), que indica que «la sede judicial es un recinto donde se ejerce (...) una labor ordinaria, que (...) no justifica que la prensa asista con carácter general». De este modo, las puertas de todos los juzgados se cerraron ayer a cal y canto a la prensa. «Lo siento, no le puedo dejar pasar, es una orden», explicaba un guardia civil a los periodistas, en la puerta de la Audiencia Provincial.

Con todo, los magistrados se mantuvieron en sus trece y abrieron las puertas, pesase a quien pesase. «Entendemos que es una competencia de los jueces y no de la Junta» respondía ayer a la orden la jueza decano de Cádiz, Nuria Orellana, quien al órdago de la huelga, añadió la visita guiada a los bajos fondos (en concreto, al sótano) del juzgado de guardia de la capital: unas dependencias que representan la peor cara de la Justicia en Cádiz (aunque las reivindicaciones no incluyen la mejora de las infraestructuras).

«Como jueza decana me hago responsable de ello», sentenció la jueza, dirigiéndose a los guardia civiles del juzgado, y acompañó a los periodistas hasta el fondo del juzgado. La excursión no defraudó las expectativas: techos apuntalados, olor a humedad, paredes agrietadas y la suciedad propia de unos calabozos que hace meses que no se utilizan (por razones de seguridad),dieron una fría bienvenida a los periodistas y jueces. «Como no hay calabozos, los presos se traen uno a uno de la comisaría, donde se les custodia, algo absolutamente inoperativo», explicaba ayer el juez de guardia Luis de Diego, que no obstante reconocía que «la solución no es arreglar el juzgado, sino crear de una vez la Ciudad de la Justicia».