El dibujante Miguel Brieva es el encargado de la portada. / LA VOZ
Cultura

Sevilla en alza

Pony Bravo y Las Buenas Noches publican sendos álbumes donde evidencian el óptimo estado creativo del pop hispalense

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Daniel Alonso y Rubén Alonso son hermanos. El primero es cantante de Pony Bravo y el segundo de Las Buenas Noches. La conexión familiar no es la única que enlaza crónicas y prismas de ambos grupos, erigidos en emblema del excelente estado de forma por el que atraviesa de un tiempo a esta parte el pop sevillano. También los aproxima su interés por distanciarse de los manidos arquetipos para sumergirse en una pluralidad, en absoluto dispersa ni borrosa, que combina solidez compositora, lucidez conceptual y preocupación estética. Aunque llevan ya algunos años dando forma a su propuesta, ambas bandas han vuelto a coincidir en el momento de elegir este año 2008 como temporada de irrupción de su debut discográfico: Pony Bravo (www.ponybravo.com ) de la mano de Si bajo de espalda no me da miedo (Discos Monterrey; 2008) y Las Buena Noches a través de un Aventuras domésticas con cuidada edición física en CD -también bajo licencia Creative Commons, como en el caso de Pony Bravo- pero además con posibilidad de descarga gratuita disponible en su web (www.lasbuenasnoches.com/aventuras).

La originalidad no es objetivo exclusivo de su música: las portadas de ambos álbumes manifiestan también un compartido interés por su imagen y corren a cargo de sus componentes: Daniel Alonso y sus montajes infográficos (Pony Bravo), y el consagrado dibujante Miguel Brieva (Las Buenas Noches) se encargan de revalorizar sendas propuestas mediante un excelente trabajo gráfico no exento de crítico mensaje.

Eso sí, tanto Pony Bravo como Las Buenas Noches delimitan sus identidades poniendo énfasis en una distancia musical que individualiza sendas ofertas por más que ambas partan de un gusto folclórico común para empaparse luego - cada una en su dimensión y medida- de un bien conducido eclecticismo en cuyo planteamiento confluyen rock, pop, reggae, blues, flamenco e incluso copla. El trazado se factura desde un arsenal instrumental -especialmente concurrido en el caso de Las Buenas Noches- que no repara en fronteras para enriquecerse sobre una conseguida gama tímbrica.

El diseño y los matices terminan de fijar los valores de un cancionero que, en el caso de Pony Bravo, se sitúa próximo a un territorio rock más eléctrico mientras que Las Buenas Noches se decanta hacia los armónicos ámbitos acústicos.

En ambos casos con un nivel de definición y sutileza que depara deslumbrantes resultados. Intereses comunes para dos crónicas distintas y distintivas con las que el pop sevillano afronta las exigencias del presente para, por enésima vez, volver a cotizar al alza.