PESAR. John McCain.
MUNDO

La última y mayor decepción de McCain

Esta vez, John McCain no sólo ha perdido una batalla sino también la guerra. Un hombre acostumbrado a pelear hasta la extenuación ha visto cómo su titánico esfuerzo se quedaba sin premio. «El fallo ha sido mío, no de ustedes», expresó al dirigirse a los numerosos y decepcionados seguidores republicanos que le arroparon en Fénix en su aciaga noche electoral.

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El septuagenario político intentó que no afloraran sus sentimientos con un disimulado discurso mezcla de entereza, rabia, voz firme y expresión de tranquilidad. Pero McCain, que en varios momentos pidió a su audiencia que no abuchearan cuando pronunciaba el nombre de Barack Obama, era consciente de que sus ansias por alcanzar la Casa Blanca se han truncado para siempre.

Su dos intentos por llegar al primer cargo de EE UU han acabado en fracaso y su edad -72 años- y resentida salud le imposibilitan para llevar a cabo un nuevo asalto. El héroe de la guerra de Vietnam volvió a comprobar en su recosido cuerpo cómo era derribado de nuevo, como sucedió en 1968 por un misil del Vietcong, aunque en esta ocasión su salvación política ha sido imposible.

Su ex carcelero, triste

Precisamente, el carcelero que vigiló al ex aspirante republicano mientras estuvo detenido en una prisión de Hanoi lamentaba ayer la derrota de su antiguo cautivo. «Me da mucha pena que haya perdido, simpatizo con él», declaró Tran Trong Duyet, coronel retirado de la guerrila comunista de Vietnam del Norte. Pero si McCain se esforzaba por disimular su desilusión, fue su frustrada vicepresidenta, Sarah Palin, la que hizo más esfuerzos por contenerse. Arropada por su marido, Ted, apenas pudo dirigir la mirada a un punto concreto. Además tuvo que aguantar la pitada con que fue recibida por los presentes, circunstancia que la gobernadora de Alaska encajó haciendo oídos sordos y una amarga sonrisa.

En medio de la triste velada, el candidato derrotado recibió también muestras de apoyo. Destacó la del todavía presidente, George W. Bush, quien telefoneó a McCain para recordarle que lo había dado todo, pero que los estadounidenses habían optado por otra opción para gobernar el país.

«Estoy orgulloso de ti y siento que no haya salido bien», le animó Bush. Pero seguro que en ese momento, McCain lamentó la mala gestión política de su compañero de partido, uno de los principales factores que le ha impedido alcanzar la presidencia.