RELEVO. Ehud Olmert, acompañado de Tzipi Livni, durante la sesión del Consejo de Ministros de ayer en la que confirmó su abandono del cargo. / EFE
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Ehud Olmert escenifica su adiós Oportunidad desaprovechada

El jefe del Gobierno israelí entrega su carta de dimisión al presidente, aunque continuará en funciones hasta que Livni forme nuevo gabinete Barak y Netanyahu se reúnen por sorpresa con vistas a una posible alianza

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Ehud Olmert renuncia, pero no se marcha de momento. El primer ministro de Israel acudía ayer tarde a hacer entrega al presidente, Simon Peres, de su carta de dimisión, en cumplimiento del compromiso que adquirió el pasado 30 de julio, cuando acorralado por los casos de corrupción -y no menos por sus socios de Gobierno-, anunció que abandonaría en cuanto su partido, Kadima, le encontrara sustituto en el cargo.

Si entonces no dio a sus enemigos el placer de verle roto, Olmert pasó ayer el trámite sereno. Igual que a primera hora de la mañana, mientras comunicaba sus 25 ministros su decisión -«no ha sido fácil, pero creo que estoy haciendo lo correcto, tal y como prometí al pueblo de Israel», decía- y felicitaba a la nueva jefa de Kadima, Tzipi Livni, por su victoria en las primarias. «Quiero decirle que la ayudaré en todo lo que pueda para que tenga éxito en este cargo y para que forme Gobierno lo antes posible y de la forma que crea más conveniente», deseaba a la todavía titular de Exteriores.

Pero Olmert no se despedía de su gabinete. A sus 33 meses al frente del Ejecutivo, que arrancaban de forma accidental en 2006 tras el infarto cerebral de su antecesor, Ariel Sharon -se mantiene en coma vegetativo-, podrían sumar se ahora muchas semanas más de mandato en funciones si, como parece, las negociaciones de Livni para formar Gobierno se complican.

Sin que Peres, como corresponde, le haya encargado todavía oficialmente la misión de constituir un nuevo Ejecutivo, la flamante nueva jefa de Kadima ha iniciado ya contactos informales con las fuerzas políticas, que ayer empezaron a torcerse. Y es que Livni, según revelaban fuentes israelíes, podría verse frenada por una alianza entre dos ex primeros ministros -el actual titular de Defensa y líder del laborismo, Ehud Barak, y el máximo responsable del derechista Likud, Benjamín Netanyahu- que el sábado por la noche se reunieron en Tel Aviv.

Estrategia compartida

Temerosos de que la emergente política pudiera afianzarse hasta alcanzar la silla de primera ministra -y con ella Kadima con vistas a unas generales-, la estrategia compartida de ambos sería ahora provocar elecciones adelantadas, tras lo que planearían constituir un Gobierno de emergencia conjunto.

Para Barak, esta simbiosis con Netanyahu sería su única tabla de salvación personal posible, ya que de sumarse a una coalición con Livni sabe que podría ser relegado a un mero títere, y de ir a unos comicios sería borrado del mapa en todo caso, por lo que sólo un arreglo previo le mantendría en escena. Al parecer, el acuerdo es que ocuparía la cartera de Defensa en ese futuro Ejecutivo apañado de antemano. Para el jefe de filas del Likud, favorito en todas las encuestas desde hace más de un año, aunque últimamente igualado en la intención de voto por Livni, la convocatoria cuanto antes de elecciones es una prioridad.

Aunque desde el entorno de la candidata se insiste en que «no tenemos ningún problema en ir a elecciones, incluso mañana», lo cierto es que ha trascendido que Livni se plantea ofrecer a Netanyahu que elija entre la cartera de Exteriores o de Finanzas para que acceda a sumarse a su proyecto. De momento, Barak ha rehusado reunirse con ella.

Minutos después de recibir por escrito la renuncia de Olmert, Peres comparecía apenas dos minutos para agradecerle sus servicios y subrayar que «Israel se enfrenta a retos que requieren una continuidad de Gobierno». Sin perder tiempo, el propio presidente iniciaba a continuación las primeras consultas con los grupos parlamentarios con intención de encargar a Livni la tarea incluso antes de su marcha a Nueva York, donde el miércoles pronunciará un discurso ante la ONU.

Una vez recibido el mandato, Livni dispondrá de 42 días para presentar la composición de un nuevo gabinete al presidente del país. Durante todo ese tiempo, Olmert ejercerá en funciones como primer ministro, según marca la Ley, con los plenos poderes que corresponden al cargo. Ehud Olmert pasará a la historia como un político segundón que llegó a la jefatura del Gobierno de manera accidental y no supo aprovechar esa oportunidad. A sus 63 años, se ve obligado a abandonar el cargo que ha ocupado menos de tres años por una gestión dominada por dos acontecimientos -uno militar y otro diplomático- y los escándalos de corrupción que finalmente le han hecho caer.

El militar fue la segunda guerra de Líbano contra la guerrilla Hezbolá durante el verano de 2006, tras la que afloraron las primeras críticas de su gestión por el fracaso del Ejército israelí al intentar desmantelar a un grupo armado muy inferior en número y pertrechos. Un informe oficial responsabilizó a Olmert del fracaso de forma personal, lo que, sin embargo, no le convenció para dejar un sillón que a todas luces parecía venirle grande.

Sus detractores le recordaron la forma en la que había llegado al cargo: la inercia política de una sucesión obligada por la hospitalización de Ariel Sharon, a quien había seguido del Likud a Kadima dos meses antes. Pero la puerta de posible heredero se le había abierto en 2004, durante los preparativos de la evacuación de Gaza, cuando defendió la retirada ante la opinión pública local.

Proceso de paz

En marzo de 2006 revalidó su mandato en unas elecciones en las que Kadima fue la formación más votada, pero tuvo que formar Gobierno de coalición con otras fuerzas parlamentarias.

El otro proceso más significativo de su gestión como primer ministro israelí es sin duda la restauración de las relaciones con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y de las negociaciones de paz, lanzadas oficialmente en la conferencia de Anápolis, de noviembre de 2007. Las partes se plantearon alcanzar para antes de fin de 2008, o enero de 2009 como muy tarde, un acuerdo que propiciaría el establecimiento del Estado palestino, un objetivo que se ve ahora truncado por los retrasos típicos de este tipo de negociación y por la crisis política que desataron las más que sospechas de corrupción contra Ehud Olmert.