RETO. El ministro de Exteriores, Frank Walter Steinmeier, brinda con una jarra de cerveza durante una reunión del SPD. / REUTERS
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La nueva esperanza del SPD Candidato sin experiencia electoral

El ministro y vicecanciller Frank Walter Steinmeier será el aspirante de los socialdemócratas alemanes a la jefatura del Gobierno federal

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¿Fue el tardío homenaje de un fiel admirador o un extraordinario presentimiento de que la historia podía repetirse? Cuando el ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller, Frank Walter Steinmeier, ocupó, en noviembre de 2005, el despacho que dejó vacío su antecesor en el cargo, decidió cubrir el piso de terracota italiana que había ordenado instalar Joschka Fischer con una mullida moqueta y pidió al partido que le enviaran una pequeña estatua de bronce del gran Willy Brandt para adornar su oficina. El gesto de Steinmeier, un militante del SPD de toda la vida, no pasó desapercibido para sus colaboradores, ni tampoco para los periodistas que comenzaron a visitar al nuevo ministro en su despacho. ¿Acaso Brandt no había ocupado los cargos de ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller en el primer gobierno de gran coalición antes de convertirse en canciller en un lejano 1969?.

No es la única coincidencia recordada en Berlín, después del domingo sangriento que culminó con la renuncia de Kurt Beck al cargo de presidente del SPD y convirtió a Steinmeier en la nueva esperanza y aspirante a la jefatura del Gobierno federal. «Su carrera se parece mucho a la de Angela Merkel», anotó el periódico Die Welt, al trazar otro paralelo en la vida del candidato. «Ambos fueron, a menudo subestimados, ella como la niña de Kohl y él como el protegido de Gerhard Schröder».

Es cierto. Desde su designación como candidato, el actual ministro y vicecanciller del segundo gobierno de gran coalición, Steinmeier, si tiene éxito en las urnas, puede repetir la hazaña de Brandt, cuando derrotó a su adversario democristiano y se convirtió en el primer canciller socialdemócrata de Alemania gracias a una alianza con el Partido Liberal.

Pero a diferencia de Merkel, Steinmeier nunca ha roto con su padrino político, el ex canciller Schröder, a quien le debe no sólo su actual cargo, sino también su larga y brillante carrera política. Es más, el candidato además de mantener un estrecho contacto con su benefactor, jamás renegó del trabajo que realizó al lado de Schröder en los últimos 14 años, primero como director del gabinete en el Gobierno regional de Baja Sajonia y finalmente como el poderoso jefe de la Cancillería federal

Por eso, a nadie extrañó que Schröder se convirtiera en el primero en expresar su satisfacción por la designación de su antiguo colaborador y amigo. «Estoy orgulloso de mi partido por designar a Frank Walter Steinmeier, que es el mejor para ese importante cargo», señaló desde las páginas del periódico del SPD Vorwärts. «El tiene madera para ser canciller».

Lealtad y capacidad

En un gesto extraño del ex mandatario, dada su parquedad, Schröder se deshizo en halagos sobre la lealtad y la capacidad intelectual del candidato. «El cargo de canciller recaerá en las mejores manos», sentenció. Los elogios de Schröder pueden parecer interesados. Sin embargo, todo el mundo, incluidos sus rivales políticos, reconocen que Steinmeier es un gran trabajador, tiene la destreza de convertirse en un sabio moderador, goza de la confianza de sus interlocutores y como ministro siempre se ha caracterizado como un eficaz negociador, que llega a las reuniones portando una simbólica bandera blanca para negociar la paz.

«Como ministro, tiene la rara habilidad de hacer creer a la gente que una política que ellos no entienden está con él en buenas manos», observó el periódico Die Zeit, al mencionar una de sus múltiples cualidades. Pero Steinmeier desarrolló sus virtudes siempre entre bastidores. Hace tan sólo tres años, el político se vio obligado a poner una cara amable ante las cámaras de televisión y responder a las odiosas e incómodas preguntas de los periodistas. Desde que se convirtió en director del gabinete de Schröder cuando éste era el jefe del Gobierno regional de Baja Sajonia y hasta que los entresijos del poder lo catapultaron al cargo de ministro de Asuntos Exteriores, Steinmeier desempeñó su trabajo alejado del mundo mediático y su eficaz labor era conocida sólo por un selecto grupo de iniciados.

Leal soldado

Todo cambio cuando Steinmeier fue designado ministro de Asuntos Exteriores del nuevo Gobierno que dirige Angela Merkel. De la noche a la mañana, el eficaz funcionario sin rostro, el leal soldado del partido, se convirtió en el político socialdemócrata más popular del país, una extraordinaria metamorfosis que culminó el pasado día 7 cuando obtuvo la designación de su partido para desafiar en las próximas elecciones nacionales a la actual canciller, Angela Merkel.

Frank Walter Steinmeier nació hace 52 años en Brakelsiek, un pueblo pequeño de Baja Sajonia, en el seno de una familia trabajadora, una biografía que recuerda también el origen humilde de Schröder, que creció en una localidad ubicada a pocos kilómetros de Brakelsiek. ¿Otra coincidencia? Quizás, pero su larga y estrecha relación con el ex canciller que tanto le ayudó para convertirse en la nueva esperanza del SPD puede llegar a ser un pesado lastre en su carrera hacia el poder. Steinmeier está considerado como el impulsor de la Agenda 2010, que provocó una mejoría en el mercado laboral y acabó con el Gobierno de Schröder. Los socialdemócratas tienen un candidato, pero nadie sabe aún si contará con el apoyo cerrado del partido. Frank Walter Steinmeier, a pesar de sus 32 años de militancia en el Partido Socialdemócrata y de ser uno de los políticos que mejor conocen en Berlín los entresijos del poder, tiene un problema de peso. El candidato, que debe arrebatarle el cargo a la actual canciller en las urnas, jamás ha participado en una elección.

Su meteórica carrera en el partido la forjó a la sombra de su jefe y amigo, Gerhard Schröder, y durante todo el tiempo que trabajó al mando del ex canciller, nunca se interesó por buscar un mandato popular. Es más, Schröder siempre repetía que su colaborador más leal podía aspirar al cargo, pero nunca había mostrado interés en abandonar su cómoda posición de ser el segundo hombre detrás del poder.

Desde 1998 hasta la fecha, Frank Walter Steinmeier, primero en su calidad de jefe de la cancillería con Schröder y ahora como ministro y vicecanciller, ha estado involucrado en las grandes decisiones de los dos últimos gobiernos federales pero nunca como protagonista. Todo esto se acabó el pasado día 7.

Popularidad

Muchos comentaristas se interrogan ahora si el candidato del SPD, que goza de una enorme popularidad entre la población, es dueño del carisma que necesitan los tribunos populares para ganar una elección. Por eso, la decisión del SPD de designar a Steinmeier como aspirante provoca en el partido más preguntas que respuestas. Es cierto, el pueblo lo aprecia y cada encuesta que se publica en el país confirma su popularidad. Sólo Merkel lo supera en la escala de simpatía. Pero nadie sabe quién es Steinmeier, un hombre que en los últimos tres años habló únicamente sobre los problemas del mundo y no de las inquietudes del pueblo, un experto casi aburrido, pero eficaz y tranquilo.

Frank Walter Steinmeier tiene ahora doce meses por delante para dar un giro radical en sus costumbres, tirar por la borda su etiqueta de funcionario eficaz, convertirse en un político capaz de enardecer a las masas y, más difícil aún, acabar con la división interna de su partido.