Economia

Gobierno, empresarios y sindicatos retoman el diálogo social tras las vacaciones

La mejora de los servicios públicos de empleo y la formación profesional, los dos grandes retos de la negociación

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El diálogo social entre Gobierno, empresarios y sindicatos se reanuda la próxima semana con alguna que otra incógnita. ¿Cómo se aplicará, por fin, el plan urgente de recolocación, anunciado en febrero por el anterior ministro de Trabajo, Jesús Caldera? ¿Cómo se reestructurarán los servicios públicos de empleo para que sean un vehículo eficaz en la reinserción laboral de los parados? ¿O como se reformará la formación profesional para que se convierta en una enseñanza útil para mejorar las aspiraciones de trabajo y frenar el desempleo?

La primera reunión después de vacaciones está prevista, salvo cambios de última hora, para el 3 de septiembre. La adopción de medidas contundentes que frenen los efectos de la crisis en el mercado laboral acucia. En un año, el paro ha aumentado en 456.578 personas, más de un 23%. Pero todo indica que el encuentro del miércoles sólo servirá para fijar el calendario y los temas de la negociación.

El actual titular de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, ha anunciado que en septiembre entrará en vigor el plan de choque proclamado por su antecesor. El proyecto costará 201 millones de euros y repercutirá en cerca de 500.000 parados, que contarán con 1.500 orientadores. Recoge subvenciones, por un máximo de 11.374 euros, para el desocupado que acepte un empleo fuera de su localidad y ayudas de 350 euros mensuales durante tres meses para los desempleados con especial dificultad laboral.

Antiguas aspiraciones

La adaptación de los servicios públicos de empleo y de la formación profesional es una aspiración de los últimos gobiernos que, según los escasos avances registrados en la última década no parece fácil de conseguir. El Instituto Nacional de Empleo (INEM) ya no existe. Su renovación ha dado paso a los servicios públicos de empleo con una nómina mensual de 1.000 millones de euros, 700 oficinas en red y 6.500 funcionarios para atender 1,5 millones de recibos cada 30 días y resolver 5.500.000 expedientes al año, que han resultado incapaces de superar el fracaso que supone casar únicamente siete demandas de cada cien ofertas.

En cuanto a la formación profesional, complejo sistema que moviliza al año más de 1.300 millones de euros, la laguna a subsanar radica en que ese dinero tiene que servir para mejorar las condiciones laborales, tanto de los parados como de los ocupados. Es decir, los cursos impartidos han de estar en sintonía con las necesidades de los empleadores. Luis J. García, director de Coordinación Institucional de Formación Profesional, órgano que depende de Trabajo, afirma que en 2006 se dieron pasos importantes. Primero se delimitaron las competencias de las comunidades y de la administración central y después se consolidó un mecanismo de bonificación, que permite a todas las empresas con asalariados acceder a los cursos. Corbacho resalta que el diseño de los cambios formativos requiere la mano del Ministerio de Educación. Así, tendrán que pasar varias reuniones hasta que los ciudadanos puedan percibir el futuro y los beneficios de la FP.

Por el contrario, una cuestión que sí parece clara, es que en este proceso de diálogo social no toca modificar el despido. El ministro asegura que «una mayor flexibilidad no implica que la empresa irá mejor». «En la actualidad, la forma de cómo se contrata y el propio contenido del contrato permiten a las empresas realizar los ajustes que consideren oportunos», dice.