REFERENCIA ESPAÑOLA. Pau Gasol deberá imponerse a la dura defensa lituana para guiar a la selección hacia la final. / REUTERS
Deportes/Mas-Deportes

La última valla es un clásico

España intenta colarse en la lucha por el oro 24 años después frente a la siempre semifinalista Lituania, selección que capitanea Jasikevicius

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A la selección lituana de baloncesto la conduce un genio que, en contra de los chistes feministas, es capaz de realizar varias cosas a la vez. Por ejemplo, empuñar magistralmente las riendas de su equipo o rematar él mismo las canastas mientras abre debates con cualquiera que circule a su alrededor. Sarunas Jasikevicius acaba de tocar el cielo de esa capacidad sólo al alcance de los elegidos en el desigual duelo de cuartos contra China. Veintitrés puntos de facilidad insultante, gobierno a golpe de decreto, reparto de correspondencia -seis pases decisivos- y protagonista de coloquios sin fin. Siempre propone temas de conversación para rebatir ideas con los árbitros, su entrenador, compañeros y rivales. Y saca tiempo para facturar un baloncesto casi perfecto. Tipo de mano firme y lengua larga.

Saras, como le conoce la parroquia barcelonista que le adora, lidera -quien no asuma su jerarquía se lleva un guantazo- un gran combinado báltico que mantiene una regularidad olímpica asombrosa. Desde su independencia de la Unión Soviética ha participado en cinco Juegos Olímpicos, los de Pekín incluidos, y en todos ha alcanzado las semifinales con tres medallas de bronce y otra de 'chocolate'. A España, que cuenta con argumentos sólidos para ganarle, le resta además el consuelo de saber que Lituania nunca ha jugado por el oro. Pero sobrepasar el límite razonable de confianza frente a este adversario es, sencillamente, absurdo. El grupo de Aíto parte con serias opciones de alcanzar la final, pero se topa hoy con un conjunto más peligroso de lo mucho que ya lo parece.

Dice el cuento que al flautista de Hamelin le seguían los ratones, embaucados por las notas del instrumento. Pues a Jasikevicius y al excelente alero Siskauskas les acompañan los trofeos. Allá donde ellos acuden, sus equipos cosechan títulos. Saras ganó la Euroliga en el Palau Sant Jordi con el Barça y al año siguiente repetía éxito al mando del Maccabi. Siskauskas, ganador continental en el Panathinaikos, acaba de reeditar el galardón en las filas del CSKA, donde se ha proclamado jugador más valioso del torneo. Si quieren campeonatos, fíchenlos. Pero asegúrense de que su cuenta tiene más fondos que un pozo de petróleo.

Ambos, el exhibicionista y el discreto, obran como la locomotora que arrastra un convoy de vagones lujosos. En un país donde lanzar mal a canasta se castiga con flagelaciones morales, casi todos los componentes de la selección podrían ser olímpicos en tiro: con arco, pistola, jabalina... Incluso de baloncesto. Uno, que ha viajado lo suyo por Europa, no puede olvidar el impacto de lo que vio en dos sitios: el entrenamiento de tiro con balones medicinales de la cantera del Cibona y los ganchos desde medio campo que metía el encargado del material del Zalgiris. Asombroso. ¿Fenómenos paranormales? Que conteste Iker Jiménez.

Belleza y eficacia

Pero es que Lituania es más que la suma de excelentes tiradores. Se sustenta en un concepto moderno del juego que abraza el contragolpe bien lanzado por Saras desde la calle central, que cuenta con pívots de peligrosa mano exterior como Lavrinovic y que dispone de interiores con el uno-dos bien aprendido: primero pegan y después preguntan. Quien lo dude, que establezca comunicación con Yao Ming, el gigante chino que aún se lame las heridas provocadas por la defensa pegajosa hasta el delito de Petravicius y Javtokas. Aviso al navegante, o sea, a Pau Gasol. Frente a China, el cuadro báltico ofreció un espectáculo para todos los públicos, destinado a quienes buscan la belleza y a los que prefieren la eficacia. Saras y los suyos demostraron que, de acuerdo con la teoría de Valdano, resulta más fácil ganar cuando se juega bien.

¿Rendición previa de España? Para nada. El conjunto nacional le bailó un meneíto hace un mes a Lituania (91-66) durante la preparación olímpica. Amistoso sí, pero ahí queda. Del cuadro que adiestra Aíto depende, en buena medida, reeditar la final de Los Ángeles'84. Si sus hombres defienden con el espíritu de Fuenteovejuna como ante Croacia, atacan de forma valiente la atosigante defensa rival y el grupo rehabilita a elementos perdidos hasta la fecha, Estados Unidos volverá a tomar a España como termómetro de su soberbia.

Pero para ello se requieren el regreso de un Calderón en penumbra, la 'llegada' a Pekín de Navarro y los puntos racaneados por los anotadores exteriores. Porque, de momento y que se sepa, Pau Gasol no nació en Vilna ni en Kaunas. Lo hizo en Sant Boi y juega para España.