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«He hecho de todo para vender mi casa, sólo me falta sortearla»

Un gaditano narra su periplo de dos años para poner a la venta una vivienda bien situada y a buen precio

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Después de dos años con el cartel de «se vende» en su casa, Diego R. ya no sabe qué hacer para desprenderse de su vivienda. Ha recurrido a internet, a agencias inmobiliarias de todo Cádiz, ha rebajado su precio varias veces -incluso por debajo del valor de tasación-... Y nada. «He hecho de todo, ya sólo me queda sortearla como hizo uno en Madrid».

Se refiere Diego a Miguel Marina, un ex agente inmobiliario que al ver que no podía pagar la hipoteca de su hogar se dedicó a vender participaciones de un sorteo a cinco euros cada una, con su casa como premio. No sabe Diego (o no recuerda) que la jugada -de gran repercusión mediática- le salió rana a Marina, que se las vio con la Justicia por realizar sorteos sin permiso.

El caso de Diego es paradigmático: puso su casa a un precio relativamente ajustado para un piso de 103 metros cuadrados y muy bien situado en una calle cercana al hospital Puerta del Mar, en la capital: la tasación lo valoraba en 348.587 euros, y él le asignó un precio de partida de 360.000 euros. Con el tiempo fue bajando sus pretensiones, hasta situarlo en los 288.400 euros que cuesta adquirirlo ahora. Esta cifra, sin embargo, supera todavía en muchos miles de euros el 'límite psicológico' que, según las inmobiliarias, pocos gaditanos están ya dispuestos a pasar: los 200.000 euros. Con todo, Diego cree que «si lo pongo a 180.000, todavía se lleva seis o siete meses más en venta».

Quizá no le falta razón. Afortunadamente él dice no tener «demasiada prisa», pero reconoce que «esperaba venderla en cuatro o seis meses». Sin prisa, pero sin pausa, piensa, ya que aunque no ahoga, la crisis económica y el Euríbor si que aprietan: «por suerte no tengo problemas, pero ahora salgo menos a comer fuera y me hubiera gustado vivir estos dos años más desahogados», reconoce.

«Está todo parado»

«En las inmobiliarias me dicen que el momento es malo, que está todo muy parado y que apenas entran clientes en las oficinas», asegura . Y sin embargo, él cree que «ahora es precisamente una oportunidad para comprar, porque se puede negociar con más facilidad».

Antes de poner en venta su antigua casa, Diego se mudó a otra más grande. «Si lo llego a saber, no me compro una vivienda nueva hasta no haber vendido la antigua», reflexiona con dos años de experiencia, que le han permitido, incluso, conocer las últimas técnicas en venta de inmuebles: «alquilaría mi casa con opción a compra, por ejemplo», explica.