Los amigos de Matthew
El Festival Al-Kalat cierra su IV edición consolidado como una cita imprescindible en el calendario cultural del verano
Actualizado:Había eclipse parcial de luna llena el sábado al terminar el concierto de Alcalá. En la noche clara del profundo sur gaditano, sobre la llanura jandeña, el singular fenómeno se compadecía con el prodigio que apagaba sus ecos allá arriba, en la parroquia de San Jorge, donde recién terminaba el penúltimo acto del Festival Al-Kalat, en su cuarta edición. Los Solistas de Londres, con Claudio Martínez Mehner al piano, ofrecieron un inolvidable repertorio, con un concierto de Bach, una sinfonía de Mendelssohn y otro concierto de Mozart, más un bis de la sexta Partita de Bach que el pianista no pudo menos que ofrecer ante la aclamación del público. El Trío Scherzo, de la Academia Barenboim-Said, abrió la noche con una deliciosa pieza de Mendelssohn, cuidadosamente interpretada.
El festival acababa anoche, de nuevo en cartel Los Solistas londinenses, esta vez como quinteto, y Martínez Menher, con Chopin como estrella del programa. La cita alcalaína, en su cuarta edición ha mantenido su alto nivel de calidad, refrendado por un gran éxito de público. Está claro que la gente responde a las buenas ofertas, presuntamente minoritarias, y muchos fueron quienes hicieron los kilómetros precisos -incluso un centenar de londinenses, venidos ex profeso al pueblo gaditano - para no perderse la cita.
El festival avanza una edición más, con flamenco de nuevo para abrir boca, este año Miguel Poveda y Grilo; con un capítulo didáctico cada vez más amplio, cursos para niños, de iniciación a la música y de instrumentos, y con una vía de rentabilidad turística que comienza a despuntar. Por primera vez se ha puesto en circulación un paquete con hotel y entradas, que ha tenido éxito. En esta vía será preciso avanzar en años futuros, aumentando la variedad y el número de plazas, pese al hándicap de la escasa infraestructura hotelera de la zona, y anticipando la difusión del programa en los circuitos especializados y en las grandes rutas de turoperadores nacionales e internacionales. Incluso es de interés para aficionados gaditanos, a quienes les frena la vuelta en coche de madrugada y les conviene la posibilidad de dormir en el pueblo para regresar al día siguiente.
Matthew Coman -contrabajista londinense residente en Alcalá, alma del festival-, y sus amigos, los músicos de su orquesta, los solistas invitados, que este año han sido también la mezzo Alicia Berri, una figura de primera línea internacional, y el guitarrista Juan Francisco Padilla, han logrado hacer del ferragosto gaditano un espacio prodigioso. «¿Quién diría que esto está pasando en Alcalá?», me decía un lugareño de pro, mientras Arsenio Codero, el alcalde, contaba aún con asombro por el rápido éxito, cómo hace cuatro años que le llegó Mat con la propuesta del festival y él, por pura intuición, se lanzó a apoyarla.
Hoy, Alcalá de los Gazules une a su hermoso nombre una connotación peculiar y comienza a hacerse un hueco en la élite de los melómanos más exquisitos. Ese intangible seguro que tendrá un rendimiento, más pronto que tarde, que decía Allende, para toda la zona. Ahora incluso toca preservar el exquisito ambiente, sencillo e intimista, como de iniciación, que distingue al certamen.