GANAS. Adriano cuajó un buen partido pero fue sustituido por un golpe.
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Luis Fabiano pega de verdad

El Sevilla se clasifica para la final de Carranza gracias al olfato de su pichichi El fútbol desapareció en la segunda parte, marcada por innumerables tánganas

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El Sevilla ansía este Trofeo. Conoce su valor, el prestigio que atesora. Y por eso estará hoy en la final del Carranza ante el anfitrión. Le basta media hora de brillantez, amparada en la motivación, paradoblegar a un Villarreal que cae en todas las argucias, deportivas y antideportivas, del enemigo. Este torneo es para quien lo quiere, y no para el que lo repudia.

Y Manolo Jiménez no está para bromas. La sombra de las cinco Copas de Juande se cierne sobre su testa, y necesita ganar crédito cada vez que se cobija bajo un banquillo. Máxime cuando las importantísimas bajas de Alves, Keita y Poulsen no serán excusa para la exigente afición sevillisa toda vez que la competición inicie su curso.

En Carranza apuesta por sus mejores hombres, sólo lastrado por las lesiones de Palop y Kanoute. Con Renato moviéndose perfectamente entre líneas, y con el imponente (y talentoso) Romaric en el centro, el Sevilla es una apisonadora desde el inicio. No da tregua, Aprovecha el polvorón (por supuesto de Mercadona) del Villarreal para embotellarlo en su área y confirmar a sus seguidores que el Carranza es más que un amistoso.

Luis Fabiano define a la perfección un torero servicio de Renato con el pecho, y de nuevo el punta brasileiro deja en evidencia a Benji Viera colando entre sus guantes de manteca un balón suelto en el área. Los castellonenses están noqueados y casi ni se han dado cuenta. Sólo el eurocampeón Senna, con un lanzamiento de falta que lame la madera, intenta mantener el tipo.

El Sevilla barre a su enemigo. Literalmente, Adriano inicia el juego subterráneo con un patadón sin sentido. El buen fútbol deja paso a la marrullería de dos equipos picados, con muchas cuentas pendientes. El arte de Navas, con dos peligrosos chutazos, y la templanza de Cani (bien respondido por Varas), evitan el embarramiento absoluto del choque.

Tras el descanso, cambio en la programación. El fútbol acaba y comienza el boxeo. El cuadro andaluz pone la chispa y el levantino explota. Y se quema como en las Fallas. El duelo entra en un cuerpo a cuerpo de verdad, con entradas escalofriantes, cabezazos, agarrones y peleas de canis en el túnel de vestuarios. Eguren, Viera y Capel son expulsados pero continúan la pugna en la ducha, acompañados por Kanouté y Drago. Dos clubes que emponzoñaron su grande con una bochornosa actuación.

El choque, el de fútbol, termina media hora antes de que el árbitro lo señale. El Sevilla aprovecha su superioridad numérica para ridiculizar al Villarreal, pero el que pierde realmente es el aficionado que ha tenido que presenciar tan lamentable espectáculo.