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Ellas logran lo que Pistorius no pudo

La jugadora de tenis de mesa Partyka es manca y la nadadora Du Toit perdió una pierna en un accidente

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Eodo el año hablando de Óscar Pistorius, el atleta sin piernas que reclamaba un lugar en Pekín, y resulta que en silencio viajaban hacia los Juegos una jugadora de tenis de mesa manca, la polaca Natalia Partyka, y una nadadora amputada, la sudafricana Natalie du Toit. Ellas están; Pistorius no logró la marca mínima.

«No importa no alcanzar las estrellas. Lo malo es no tener estrellas que alcanzar». Ese lema es la almohada de Du Toit. Con 16 años estuvo a punto de clasificarse para Sydney 2000. Casi. Eran tan joven. Atenas 2004 sería su hora. Su vida. La piscina. Una mañana de 2001 salió de su club en Ciudad del Cabo. Recién entrenada. Era lunes. Tenía prisa. Esperaba el colegio. Cogió su motocicleta y arrancó. Como siempre. Sola, por su calle, como en la piscina. Pero no estaba tan sola. Un conductor despistado dio marcha atrás desde su aparcamiento. No miró. Le aplastó la pierna izquierda. Visión desoladora. «He perdido la pierna», repetía. La ambulancia tardó. Por el atasco. Tuvieron que trasladarla al hospital en helicóptero. No se desmayó. Días después escuchó a su madre hablar con el médico. «¿Cuándo le van a amputar?».

Y vio a sus compañeros de equipo desfilar por el hospital. El adiós. Qué va. «Cuando desperté de la anestesia sólo quería volver a la piscina». Su perro es un 'rottweiler'. Fiero. Como su dueña. Dos años después disputó los Juegos de la Commonwealth. Recibió más aplausos que Ian Thorpe. Así, coja, llegó hasta Pekín. Los Juegos, al fin.

Como Du Toit, otra atleta paralímpica anda por la capital china. Es joven (19 años), polaca y espectacular. Agarra la bola de pinpóm, la pasea por el brazo derecho. Por lo que queda de él. El muñón. La eleva desde el codo y golpea. Se gira y a jugar. Una malformación congénita dejó resumido su brazo, recortado antes de tiempo. Sin mano ni antebrazo. Cerrado precipitadamente por una especie de ombligo. Y así y todo, es palista. Con la zurda. Primero campeona paralímpica y ahora participante olímpica. Un brazo contra dos. «Nunca pienso en eso».

Porque nunca tuvo el trozo que le falta. Con 4 años se empeñó en ganarle a su hermana, de siete años y dos brazos. «Me costó pero lo conseguí. Fue emocionante». Luego, con 11 años, se convirtió en la deportista olímpica más joven de la historia: debutó en los Paralímpicos de Sydney 2000. «Prefiero medirme a los que no tienen discapacidad», dice ahora. A ella y a Du Toit les falta un pedazo del cuerpo.