Taquillas con el cartel de no hay billetes para el 10. / NURIA REINA
Cultura

Siete días para el gran duelo

El mano a mano entre José Tomás y Morante del domingo en El Puerto es ya el mayor evento taurino de los últimos decenios con 'No hay billetes' en la plaza y los hoteles

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Eduardo Lumpié tiene 73 años «para 74» y aún mantiene las imágenes de la tarde de 1946 en la que con ocho años vio a Manolete torear en la Plaza Real de El Puerto junto a Arruza y Gitanillo de Triana. Guarda ése y otro millar de detalles y sensaciones recogidos en «todas las corridas» que se han celebrado en más de 65 años de tauromaquia. Pero no recuerda «nada» como lo que la provincia está viviendo alrededor de la corrida del año, el gran día que espera a la vuelta de esta semana. La expectación tiene dos nombres. Se llama José Tomás y Morante de la Puebla, las dos facetas de la moneda que se lanzará a la arena el domingo por la tarde. La suerte decidirá los destinos, pero las apuestas son fuertes. Los hoteles de la ciudad y alrededores están ocupados desde hace meses por aficionados que pagarán un ojo de la cara y que llegarán de todo el planeta. Y lo del planeta no es broma: los 12.000 elegidos vienen de Bilbao Sudáfrica, Rusia, Malta, Australia, México o Malta, entre otros lugares.

El gran duelo entre dos tauromaquias tan distintas como las de José Tomás y Morante ha desatado la locura de agosto. En la sala de prensa de la plaza, la mesa de María Mendoza está al borde del colapso. «Las entradas se agotaron en menos de tres horas y cada día llama más de un centenar de personas para saber si pueden conseguir una entrada», explica la encargada de comunicación, que ya ha acreditado a más de 50 medios españoles. Los internacionales se han quedado fuera. «No había más sitio». En su opinión, El Puerto nunca había vivido «nada parecido a esto».

Desde luego, la corrida del domingo 10 de agosto ya es la corrida del año, pero también la del siglo. Según Eduardo Lumpié, la plaza se había llenado en algunas ocasiones como algunas actuaciones de José Luis Galloso o Paco Ojeda, «en sus alternativas». El pasado año, el propio José Tomás colgó el no hay billetes, aunque «no con tanto revuelo».

En las recepciones de los hoteles no habían visto nada parecido provocado por la fiesta de los toros. «Tenemos todo lleno desde hace dos meses», dice Inma Pozo, del Hotel Santa María, aunque todavía quedan ingénuos que esperan encontrar una cama para ese día. «Todos los días sigue llamando mucha gente para reservar», dice.

Carlos Jiménez, del Hotel Bodega Real tampoco puede alojar a nadie más, y en su libro de reservas aparecen nombres de varias partes del mundo. Incluso de las Antípodas, de Australia, desde donde llegarán esta semana varias personas para asistir al evento con mucha afición a los toros y una cuenta corriente más que saneada. Otros han confirmado su asistencia desde Bilbao a bordo de un vuelo chárter que los devolverá a la capital vizcaína en el mismo día.

Dormir en 'las afueras'

El evento, que ya se compara con las grandes citas turísticas de la zona es un balón de oxígeno para los hoteles. «Tiene una repercusión económica en la provincia muy importante», dice el presidente de la patronal hotelera, Antonio Real, que aconseja a los que estén sin techo durante el fin de semana que se pongan en manos de las agencias de viajes para conseguir una habitación por las localidades vecinas.

Los reventas también están haciendo el agosto al margen de la Ley. Los hay profesionales, que esperarán a los días previos al festejo y los amateurs, que cada vez son más. Se les puede reconocer en los foros de internet como los artífices de la mayor revalorización de la historia del bolígrafo. El precio medio de un bic es de entre 250 y 500 euros con el regalo de una entrada para el mano a mano. Algunos optimistas prueban suerte y piden por dos barreras de capotes de sombra 5.000 euros. Y son muy optimistas. Los expertos aseguran que es probable que el mismo día de la corrida las entradas se puedan encontrar en los aledaños de la plaza a su precio real.

El presidente de la federación de peñas taurinas portuenses, Rafael Gómez Ojeda, deja claro que la afición ya está acostumbrada a vivir con ese problema, máxime cuando se trata de un cartel que es «la joya de la corona». De momento, las apuestas son a caballo ganador: José Tomás cruzó ayer la puerta grande de Pontevedra.

apaolaza@lavozdigital.es