CIELO. Los Deliqüentes: pura fiesta. / ÓSCAR CHAMORRO
CRÍTICA

Del cielo al infierno

Con retraso llegaron los Delinqüentes a La Isla, pero sin defraudar porque el sentimiento garrapatero pronto caló en un público entregado que conocía las letras y mostraba su complicidad ante las travesuras de los jerezanos.Volvían a su tierra y su tierra los esperaba, como no podía ser de otra manera, con entusiasmo. Disfraces, algún que otro chiste y por su puesto el respaldo de Muchachito Bombo Infierno que los acompañó a la hora de relatar la historia de un Pirata del Estrecho para luego ser el encargado de cerrar la noche con el movimiento relámpago de su muñeca. Ante más de 2.000 personas el sentimiento garrapatero llenó el cielo de Nubes de pegatinas y a falta de la Luz del Lorenzo Diego y Marcos el Canijo fueron los encargados de dar calor al público al cobijo de sus canciones más conocidas. Aunque también hubo tiempo para presentar el nuevo disco -que se publicará en septiembre- Bienvenido a la época iconoclasta, con El loro de mi hermana y Camino de los bares, donde el dúo y su tropa esperaban encontrar a la gente al término del concierto. Y en este regreso no faltó el recuerdo de Miguel que desde el cielo se coló en El aire de la calle para reclamar que aún sigue siendo un Poeta encadenado. Así fue transcurriendo la noche entre deseos de felicidad y atrevimientos con nuevos ritmos, pues hubo un momento en el escenario que parecía que se había subido una charanga brasileña. Pero, al parecer, se trataban de melodías traídas de Trabubulandia para luego trasladarnos a Chiclana. Tal era la conexión entre los asistentes, que no dejaron de saltar y ofrecieron una de las mejores imágenes de un concierto en el Parque Almirante Laulhé desde hace tiempo, y los artistas que hasta el Canijo se atrevió a tirarse al público para ser manteado, claro que lo hizo con precaución, ya que nunca se sabe.

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Tras una preparación del escenario, le tocaba el turno a Muchachito que trajo el infierno de su bombo para delicia del público que de nuevo se entregó a la causa y no paró de bailar. Y Visto lo visto, como se llama el último disco del catalán, el grupo se vino arriba y expuso, a la luz de la Luna, el descaro de Paquito Tarantino. Jairo Perera recogió en su Carreta sideral el ánimo de su banda para ofrecerlo en un concierto en el que pensaron que Será mejor acabarlo con los jerezanos y allí que fueron para despedirse con guiño a Camarón y asegurarse que Volando voy, volando vengo, todos pasaron una entretenida noche con bailes y saltos en vez de caminar.