MUNDO

El infierno se traslada a Kabul

Un suicida causa 41 muertos frente a la Embajada de la India, en el atentado más sangriento que sufre la ciudad desde el pasado verano

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La insurgencia volvió a golpear en el centro de Kabul. Al menos 41 personas murieron y otras 140 resultaron heridas en un ataque suicida contra la Embajada de India, situada frente al Ministerio de Interior, en pleno centro de la capital afgana. Dos meses después del ataque contra un desfile militar en la capital y pasados seis meses de la operación contra el hotel Serena, la insurgencia vuelve a demostrar a la comunidad internacional y a las fuerzas de seguridad afganas que tiene capacidad para actuar en el corazón del país.

Esta vez lo hace además contra uno de los grandes socios económicos del Gobierno de Karzai y que no cuenta con presencia militar en la misión internacional, India.

A las ocho y media de la mañana, un suicida precipitó su coche lleno de explosivos contra la puerta principal de la Embajada, por la que entraban en esos momentos los vehículos de diplomáticos y donde se agolpaban cientos de afganos a la espera de poder solicitar un visado. La puerta quedó destrozada, el muro derrumbado, los coches reducidos a amasijos de hierros y varios de los edificios interiores sufrieron graves desperfectos debido a la violencia de la explosión.

Entre los más de 41 muertos se encuentran un diplomático indio y el agregado militar enviado por Delhi. El terrorista consiguió introducir un vehículo cuatro por cuatro lleno de explosivos en la que hasta entonces parecía la calle más vigilada de la capital por la cercanía al edificio de Interior. A las dos horas de la tragedia, un segundo vehículo explotó en las inmediaciones de la Embajada de Estados Unidos. Saltaron de nuevo todas las alarmas, pero resultó ser un accidente provocado por una bombona de butano.

Los representantes políticos de Kabul, con el presidente Hamid Karzai a la cabeza, condenaron inmediatamente lo sucedido y orientaron una vez más sus sospechas al vecino paquistaní.

El portavoz de Interior aseguró que «creemos que el ataque se ha llevado a cabo en coordinación con los activos servicios de inteligencia de la región».

Desde Islamabad, por su parte, se apresuraron a censurar la acción y enviar el pésame a las familias de los fallecidos. En medio de la vorágine de declaraciones y acusaciones, un portavoz talibán que se presentó como Zabihullah Mujahed aseguró vía telefónica que «nosotros no hemos sido».

Tablero mundial

Los analistas locales rescatan la frase del 'gran juego', acuñada por el escritor británico Rudyard Kipling en su novela 'Kim' para referirse a los intereses de los británicos en el país en aquella época, y que vuelve a tener a Afganistán como el tablero en el que las potencias mundiales y regionales dirimen sus diferencias.

Desde Kabul acusan a Islamabad de dar refugio a los talibanes en el norte de su país. Los paquistaníes, por su parte, sospechan de una India que tras muchos años sin relaciones con Afganistán ahora ha reabierto oficinas consulares en el sur del país, es uno de los principales socios comerciales y una de las vías de escape para miles de afganos que buscan trabajo en el extranjero. Una India que durante años estuvo vetada por Kabul debido a su apoyo abierto a la invasión soviética y que, pese a la mejora de las relaciones con Pakistán, sigue sin firmar la paz definitiva.

Con el atentado de ayer son ya casi ochocientos los civiles muertos en lo que va de año en Afganistán. Al igual que ocurre con el número de bajas estadounidenses, la campaña afgana también empieza a sufrir más víctimas civiles que la iraquí.

Cuando todos los medios ofrecían las imágenes del enésimo bombardeo norteamericano en la región afgana de Nangarhar, que causó un total de 22 víctimas civiles, llega este atentado que es el más sangriento que sufre Kabul desde el pasado verano.