El presidente ruso Dmitry Medvedev; la canciller alemana Angela Merkel; el primer ministro británico Gordon Brown, el primer ministro japonés Yasuo Fukuda, y el presidente estadounidense George W. Bush (izda a dcha), posan para los medios durante la cumbre del G8. /EFE
cumbre en japón

Líderes africanos exigen al G8 cumplir sus compromisos en materia de ayuda ante el agravamiento de su pobreza

En los próximos días, los ochos socios, EEUU, Japón, Canadá, Italia, Reino Unido, Rusia y Alemania, estudiarán además de la crisis alimentaria las presiones inflacionistas globales y el cambio climático

TOYAKO (JAPÓN) Actualizado: Guardar
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La cumbre del G8 ha arrancado en la localidad japonesa de Hokkaido abordando el crisis alimentaria ante las demandas por parte de siete naciones africanas para que los países ricos cumplan sus promesas de asistencia e impulsen el desarrollo de ese continente empobrecido. Durante los próximos tres días, los socios del G8 estudiarán, además, las presiones inflacionistas globales y el cambio climático, y el miércoles divulgarán un esperado comunicado conjunto. Pese a la pompa, bomba y platillo de estas reuniones, las previsiones dicen que están abocadas a un nuevo cargamento de papel mojado.

En su primer día de reuniones el G8, formado por EEUU, Japón, Canadá, Italia, Reino Unido, Rusia y Alemania, han mantenido conversaciones con los siete líderes de Argelia, Etiopía, Ghana, Nigeria, Senegal, Sudáfrica y Tanzania invitados a esta cumbre.

Los siete representantes africanos han querido dejar patente su gratitud al compromiso de los líderes del G8 para ayudar al continente adquirido en cumbres pasadas, al mismo tiempo que han señalado que les gustaría ver esos compromisos plenamente cumplidos. Petición que secundan la ONU y el Banco Mundial que exigen al G8 «menos promesas y más resultados» frente a la crisis alimentaria como ya ha hecho la UE que enviará mil millones de euros en subsidios a los agricultores africanos.

En la cumbre de 2005 celebrada en Gleneagles (Escocia), el G8 acordó doblar la ayuda a 31.000 millones de euros, de los cuales la mitad se destinarían a Africa. Sin embargo, el mes pasado un informe del 'Panel de Progreso de Africa', que fue creado para controlar la aplicación de los compromisos de Gleneagles, expuso que según los planes de gasto actuales el G8 se quedaría a 25.000 millones de euros de su objetivo.

La ampliación y Zimbabue, prioridades en la agenda

A parte de la pobreza en África, se espera que, a lo largo de la Cumbre, el G8 avance en otras materias como el efecto de la inflación mundial, impulsada por el incremento de los precios de los alimentos y los combustibles, junto a otros temas tan diversos como la crisis electoral en Zimbabue y el programa nuclear del Corea del Norte. Bush ya ha debatido también sobre el escudo antimisiles europeo con los rusos, sin éxito.

Uno de los debates que los líderes del G8 deben abordar es si ampliar o no este conjunto, demasiado selecto a ojos de muchos. Estados Unidos no desea la ampliación, pero sí defiende en este foro que las dos economías asiáticas emergentes, la India y China, se involucren en un acuerdo vinculante para reducir las emisiones de CO2.

Las expectativas no son positivas en el sentido ambiental: inmersos todavía en el intrincado proceso de ratificación de la ampliación del protocolo de Kioto, se espera que los países asistentes no declaren avances significativos en la lucha contra el calentamiento global.

Kioto se queda corto

Como siempre hasta ahora, una de las trabas la forma el propio Estados Unidos, cuyo presidente, George W. Bush -para quien, por cierto, será la última reunión de este tipo- insiste en que Washington sólo fijará objetivos si las grandes economías emergentes, como China, se suman también. Este país asiático, el más poblado del mundo, es además responsable del 60% de las emisiones de gases contaminantes del planeta.

Japón quiere impulsar las conversaciones lideradas por la ONU sobre un nuevo marco que vaya más allá de los límites del propio Protocolo de Kioto, que expira en el 2012. Esas negociaciones deben concluir en Copenhague en diciembre del próximo año. Pero las brechas entre los miembros del G8 y los países en desarrollo plantean dudas sobre las posibilidades de avance más allá de lo que logró la cumbre del año pasado en Alemania, donde los líderes acordaron "considerar seriamente" una meta global para reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero antes del 2050. Es lo que defienden la Unión Europea y muchos activistas.

Expertos sobre clima quieren que los países avanzados se comprometan a reducir sus emisiones entre un 25 y un 40% antes del 2020. Tokio y Washington dicen que las metas provisorias específicas no están sobre la mesa en Hokkaido, aunque los líderes posiblemente reconocerán la necesidad de que los países avanzados las fijen. Pero es poco probable que un acuerdo que no cumpla las metas de mediano plazo satisfaga a los ecologistas o a los críticos de Fukuda en su país, quienes sostienen que al menos Japón -uno de los países más contaminates de la Tierra- debe presentar una cifra propia.