DESASTRE. La excavadora conducida por el terrorista destruyó todo lo que encontró a su paso. / AP
MUNDO

Un palestino mata a 3 personas y siembra el caos con una excavadora en Jerusalén

La Policía cree que fue un acto espontáneo aunque un grupo islamista ha reivindicado la autoría del ataque

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La intervención armada de dos policías y, posteriormente, de un soldado y un miembro de la unidad de elite antiterrorista fue necesaria para abatir ayer al conductor de la excavadora que sembró el pánico en el centro de Jerusalén y que, después de herido, seguía apretando el acelerador para dirigirse al mercado Mehane Yehuda. El mayor y más concurrido de la ciudad. Allí, la irrupción del imponente bulldozer, que detuvo su frenética carrera de muerte a poco más de 200 metros, hubiera provocado una carnicería atroz.

Los hechos se desarrollaban a pocos minutos de las doce del mediodía, cuando un palestino residente en Jerusalén Oriental con tarjeta de identidad israelí y empleado en las obras del tranvía que cruzará Jerusalén se hacía al volante de una Caterpillar para empezar a arrollar brutalmente cuantos peatones, coches y autobuses encontraba a su paso. «Volcó el autobús de la línea 13 como si fuera de juguete... Estoy en una pesadilla, he visto a gente volviéndose loca sin poder reaccionar, los demás corrimos sin otra opción porque ese demonio venía a por nosotros», relataba, ya salvo, Moshe Simona, estudiante de 19 años.

«Gritaba sin parar ¿Dios es grande! y aceleraba», narraría el soldado Moshe Plesser, que, junto al policía de elite Eli Mizrahi, acabó descerrajando al conductor los cinco tiros que acabaron neutralizándole.

El bulldozer recorrió como un arma más de un kilómetro. Jerusalén entero fue declarado en estado de emergencia. La calle Yaffa, principal arteria urbana y escenario de los ataques suicidas que ensangrentaron los primeros años de la Segunda Intifada, se convertiría en apenas cinco minutos en un matadero donde 66 personas resultaron heridas de diversa consideración y tres mujeres perdieron la vida aplastadas entre hierros de vehículos. Una de ellas, conductora de un Toyota, acertó, antes de morir golpeada por la pala, a lanzar a su bebé de cinco meses fuera del coche.

Horas de investigación después darían de sí para corroborar que la niña, que fue encontrada abandonada en medio del caos, era hija de una de las fallecidas. La misma investigación que, por la tarde, insistía en la línea apuntada desde el primer momento por el inspector jefe de la Policía de Jerusalén, Dudi Cohen, acerca de que lo ocurrido fue fruto de «un ataque espontáneo» lanzado, según informó por la noche el Canal 10 israelí, por un palestino que había cumplido dos años de cárcel por delitos comunes y que, al parecer, había llegado al trabajo tarde y «drogado».

Su nombre, Hussam Taysir Dwayat, casado y con dos hijos, y residente de la aldea jerosolimitana de Tzur Baher, la misma de la que el 7 de marzo de este año saldría el autor del último atentado terrorista registrado en Jerusalén, que perpetró irrumpiendo con un fusil de asalto en una escuela talmúdica en la que se cobró ocho víctimas. La identidad del atacante y las coincidencias con su predecesor -ambos del mismo vecindario, árabes, poseedores de la tarjeta que da derecho a libertad de movimientos en Israel y practicantes de nuevos y letales métodos de matar nunca antes utilizados por palestinos en Israel-, sacudieron ayer las iras políticas.

Cambio de legislación

El jefe del Gobierno, Ehud Olmert, ordenó iniciar el proceso para destruir la casa de Taysur Dwayat. Lo haría después de que el vice primer ministro y líder del ultraortodoxo Shas, Eli Yishai, pidiera urgentemente un cambio de legislación para restringir los movimientos de los árabes de Jerusalén este y hacer posible el derribo de sus viviendas.

Olmert tenía conocimiento de lo sucedido en Yaffa durante una sesión parlamentaria en la que, precisamente, ayer se aprobaban en primera lectura dos proyectos de ley, presentados por el Shas y el conservador Likud, en los que se propone revocar derechos ciudadanos de los árabes israelíes, tales como el de permanecer en el país o moverse en él si están involucrados en «actos terroristas».

La facción armada Brigadas de Liberación de la Galilea, grupo prácticamente desconocido, asumió la autoría del ataque en un comunicado distribuido a medios árabes, pero al que la policía no da credibilidad, según los medios locales. Fuentes palestinas indicaron que tras esa nomenclatura podría esconderse otra facción.