LLENO. Manrique abrió ayer los Curos de Verano de la UCA. / V. L.
Cultura

Objeciones a un mundo feliz

Diego A. Manrique carga con ironía y mucho humor contra el «ideal engordado» de internet, aún a riesgo de que lo «linchen por troglodita»

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El humor, «para no sentar cátedra». La ironía, «para no resultar pedante, y evitar la tentación de fijar los cánones de nada». El sarcasmo, como punta de lanza contra el pensamiento único, aunque sea binario. La anécdota, más significativa que la teoría abstracta. Diego A. Manrique veló sus armas en la radio, y eso se nota en el directo. Luego pulió el noble arte del retintín en los artículos de Triunfo, y el estilo le sigue viniendo al pelo, aunque ya no tenga 20 años y la movida, ahora, se mueva en el Youtube.

El crítico musical más pretigioso de nuestro país blandió ayer de nuevo sus argumentos a contracorriente, en la conferencia inaugural de los Cursos de Verano de la UCA. «Lo que pienso decir -advirtió- no va a ser del gusto del respetable». Después: carraspeo, silencio medido, trago al agua, y ataque frontal contra los «ultras de la red»:

Sobre los proveedores de servicios, a los que llamó sanguijuelas, traficantes, cínicos e irresponsables: «Están lanzando un anzuelo con un cebo que no es el suyo. Nos dicen: si me contratáis el ADSL tendréis acceso a todo lo que existe, como si todo lo que existe fuera de su exclusiva propiedad».

Sobre el mito de la diversidad cultural en la red: «Dentro de unos años no sobrevivirán los mejores, sino los que más inviertan en márketing y en el control de los portales. Los anglosajones nos van a comer con patatas. Y las multinacionales... ni os cuento».

Sobre la hipocresía de los piratas: «Todos nos hemos bajado música gratis de internet. Todos. Está ahí. La tentación es irreprimible. Hasta el presidente de la Asociación Mundial de Discográficas me reconoció en privado que lo hacía: la cuestión es aprovechar las ventajas de un almacén infinito sin acabar perjudicando a los que ponen las ideas».

Sobre los «demagogos del librecambio»: «Escuchas tonterías del calibre: Alejandro Sanz ya gana suficiente dinero. Claro, pero como dice un proverbio africano, Cuando llega la hambruna, los gordos adelgazan y los flacos se mueren. Sanz, sin duda, es de los gordos».

Sobre las falsas soluciones para compensar a los creadores: «Algunos iluminados creen que los artistas pueden vivir del merchandising. Es como si le dijéramos a Beethoven: oye, que tus sinfonías están muy bien, así que en vez de pagártelas voy a comparme una camiseta que diga Me mola la séptima».

A modo de conclusión: «No se trata de negar las ventajas, sino de evitar quedarse con una vi-sión parcial y manipulada de los procesos. Aunque nos linchen por trogloditas».

dperez@lavozdigital.es