La banda ensancha su diana
Familias, trabajadores, militantes de base Casi cualquiera puede ser hoy objetivo potencial de la banda terrorista ETA en el País Vasco. La bomba contra las instalaciones de el diario 'El Correo' en la localidad de Zamudio simboliza la estrategia de terror que ha adoptado la banda terrorista tras la ruptura del último alto el fuego, hace ahora un año: una ofensiva total para socializar el sufrimiento al estilo de la histórica ponencia 'Oldartzen' de los 90. Una nueva fase de radicalidad y de terrorismo cada vez menos selectivo cuyo objetivo en sí mismo es cometer el mayor número posible de atentados para hacer exhibición de su supuesta fortaleza.
Actualizado: GuardarLos hechos son suficientemente expresivos en sí mismos. El ataque de la madrugada del domingo contra la rotativa de este diario refleja con crudeza que los terroristas no sólo han vuelto a colocar a los medios de comunicación en el centro de su diana, sino que han ensanchado considerablemente el abanico de sus potenciales objetivos. Que han cruzado algunas de sus 'líneas rojas'. De hecho, es una de las raras ocasiones en las que la banda terrorista etarra ha atacado sin previo aviso un edificio civil, ocupado además, en el momento de la explosión, por medio centenar de trabajadores que salieron ilesos sólo por una cuestión de fortuna.
Zozobra cotidiana
Los expertos de la lucha antiterrorista han podido constatar que, desde hace un tiempo, la banda da por imposible reeditar ahora un nuevo proceso negociador con el Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero.
Las consecuencias del análisis que de la situación política hacen los jefes de la banda terrorista ETA se traducen en una escalada de atentados y en el retorno de la zozobra cotidiana a las vidas de muchos ciudadanos vascos.
Actualmente basta con un dato elocuente y demoledor: en los últimos diez meses las instituciones han recibido nada menos que 1.100 solicitudes de ayudas y distintas compensaciones por los daños terroristas. Según los expertos, la banda terrorista ha decidido prescindir de otro de sus tabús, el de los atentados con cargas explosivas de gran potencia en núcleos urbanos del País Vasco.
