Economia

Los cambios llegan al interior de la nevera

Los cambios se han instalado también en el interior de la nevera de los españoles. No hace falta mirarlas una por una: basta con saber en qué gastan su dinero en lo que se refiere al capítulo de alimentación y bebidas: hoy, el gasto conjunto en frutas y verduras prácticamente equivale al de carne, pese a que los precios de ésta no son precisamente bajos. Y hay artículos, sobre todo productos semielaborados, que se llevan una parte creciente del presupuesto familiar.

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El ejemplo más claro es el del pan y los cereales: sólo se entiende que una familia gaste más en pan y creales que en pescado y marisco a partir del dato de que en ese apartado entran todos los platos semipreparados de pasta o similar (pizzas, lasagna, etc.) que cada vez ocupan zonas más extensas en los supermercados y las tiendas de alimentación.

«Esa demanda está creciendo a gran velocidad porque cada vez hay menos tiempo para preparar comida en casa y la gente cada vez sabe menos de los productos», dicen los analistas de Eroski.

Otros artículos pierden peso en la cesta de la compra. El cambio en los gustos culinarios no lo explica todo. Al existir cada vez menos trabajos que requieren de esfuerzo físico, desciende el número de calorías necesarias. Ese factor, combinado con las mayores rentas y el menor tiempo disponible para cocinar, está en la base de la caída del gasto en patatas y legumbres.

Bebidas y tabaco

También hay cambios en las bebidas: el mayor consumo de las no alcohólicas y su precio más elevado (fruto de una sofisticación imparable a la hora de diseñar sabores y mezclar componentes) han hecho que los españoles gasten más en ellas que en las alcohólicas, al menos en lo que se refiere al consumo en el hogar.

De cara al futuro, el gasto familiar en alimentación estará sometido a dos fuerzas que operan en sentido muy contrario: por una parte, como señalan los especialistas de Eroski, los consumidores querrán ahorrar en aquellos productos básicos cuya calidad está garantizada al margen de las marcas; por otro, los precios mundiales tenderán a subir, como se está viendo en la actual crisis y por el efecto añadido de un consumo mayor de alimentos ecológicos. El resultado final dependerá de cuál de las dos fuerzas termine siendo más poderosa y desequilibre la balanza.

Y un último dato llamativo: después de todas las campañas contra el tabaco, un español medio destina nada menos que 2,22 de cada cien euros a este producto. Se fuma menos, ese es un dato objetivo. Pero los fumadores consumen ahora tabaco de mucha mayor calidad que en la generación de sus padres y gravado con más impuestos. Por eso, un español medio gasta más en tabaco que en servicios médicos. Aunque suene a chiste.