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«No me veo poniendo cervezas»

La crisis de la construcción genera incertidumbre entre los obreros, que rechazan un reciclaje tras años de experiencia

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Alfonso, Ezequiel y Francisco ya no estarán en su actual puesto de trabajo cuando salga la próxima Encuesta de Población Activa del segundo trimestre de 2008. Ahora, la compañía para la que trabajan, y que les da empleo desde hace meses en la edificación de un bloque de pisos en San Fernando, les ha garantizado que continuará ofreciéndoles un empleo en Cádiz o Jerez cuando acabe el tajo actual, al que no le queda casi nada. «No están muy seguros de dónde, pero lo han prometido», explica Francisco en el descanso del desayuno.

¿Y después? «No lo sabemos, pero hay que ir paso a paso», añade. Entre otras cosas porque hace apenas tres meses en la misma obra estaban empleados una docena de peones (tal y como publicó este periódico) y ahora son sólo cuatro. Alfonso, Francisco y Ezequiel son tres de ellos. «A los demás los han ido mandando a otros sitios, aunque las garantías de continuidad son menores según pasa el tiempo. Ya no puedes pedir lo que quieras porque no te cogen. Ahora mandan ellos», asegura Alfonso.

Pero que quede claro que ellos se sienten unos afortunados. Francisco explica que le acaba de llamar su hermano contándole que en la obra adonde acudían todos los días les acaban de decir a 12 que no vuelvan más, que se terminó lo que se daba.

Cambio de vida

«La cosa está fatal. Ya nadie hace casas porque nadie las compra», tercia Ezequiel, el más joven de los tres. «Ni siquiera en Chiclana, que tanto trabajo ha dado hasta hace muy poco es una salida. Qué va, si está muerta», aporta Francisco.

Las salidas son pocas. Cuando se menciona el plan del Gobierno central y de la Junta de derivar parados de la construcción a otros sectores como el industrial o el de servicios la primera reacción es de desconocimiento. «No sabíamos nada», contesta Alfonso. A lo que Francisco matiza: «Una persona que lleva poniendo ladrillos más de 20 años no sé si está capacitada para hacer otro trabajo, mucho menos en la industria, en la que se exige una formación mucho más concreta».

Después está la alternativa de los servicios y, de una forma más específica, del sector hostelero, que se ha presentado voluntario para acoger a los parados de la construcción ahora que se acerca el verano y va a aumentar la oferta de empleo en el sector. «No me veo poniendo cervezas a mi edad», admite Francisco. Tras su negativa se esconde otra realidad, como es que «tampoco creo que sea una opción trabajar más de 12 horas como camarero y cobrar 800 euros».

Mientras tanto, el bloque en el que todavía trabajan está casi listo. Pintura, cerramientos, instalaciones de servicios básicos ya están... Prácticamente le quedan unos retoques. Después...