Una de las camareras muestra un plato con tartar de atún.
Sociedad

Pequeñas experiencias culinarias

Pablo Grosso presenta su nuevos platos, donde los productos de la temporada fueron los protagonistas

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El langostino de Sanlúcar se vistió anoche de gala para desfilar con camisa de arroz crujiente sobre un plato blanco. La cita era en los salones de Villa Clara, situados en el restaurante Casanova.

Una línea de velas naranjas marcaban el camino que conducía hasta un gran jardín de baldosas de barro por lonas que resguardaban a los invitados del sol primaveral que ayer a las ocho de la tarde aún lucía sobre el cielo gaditano.

En el centro del patio una carpa aguardaba a que los camareros de Pablo Grosso lucieran los uniformes que Solitas les ha diseñado. «Los trajes que presentaran esta noche los camareros están pensados para utilizarlos en celebraciones importantes como los actos preparados para el Bicentenario de la Constitución de Cádiz», precisó Pablo Grosso al comienzo del acto.

Los camareros iban de negro riguroso, pantalón para ellos y falda o vestido para las chicas. «Pablo nos llamó para que vistiéramos a los camareros de Nipón, su restaurante japonés, y de ahí nació esta pequeña colección». Las diseñadoras gaditanas, que han tenido sólo una semana para completar su obra, han apostado por formas amplias que faciliten la labor de los empleados de Grosso, pues no hay que olvidar que sus atuendos deben responder a la necesidad de estos profesionales: la de asistir a los comensales de la mejor manera posible y de la forma más cómoda.

Los nuevos platos que el catering que el grupo hostelero ha preparado para esta temporada lograron acaparar toda la atención de los asistentes a una noche donde gastronomía y diseño desfilaron cogido de la mano.

Sorpresas al paladar

Atún de almadraba con infusión de cebolla caramelizada al aceite de oliva, chupito de melón con ibéricos, copa de calabacín, crujientes de parmesano, hasta catorce nuevos platos sorprendieron los paladares de los congregados a la fiesta culinaria.

La presentación de estos pequeños bocados despertó los sentidos, no sólo el del gusto también el visual. Pues siguiendo la tendencia de la nueva cocina, los aperitivos se convertían en los protagonistas absolutos al estar servidos en el centro de grandes platos blancos.

El pase terminó con los esperados postres, donde las frutas frescas fueron las estrellas. Piononos de naranja o la minibrocheta de frutas son sólo dos ejemplo de la suculenta manera en la que puede acabar la comida. Tras finalizar, los asistentes volvieron a degustar de nuevo todo cuanto pasó ante sus ojos.

Comensales satisfechos

«Estaba todo buenísimo, el tartar de atún es especialmente delicioso», comentaba un señor a su pareja que le respondía sin apenas haberlo dejado terminar. «El makisushi de atún, está muy rico, creo que también lleva aguacate y cangrejo». Dos comensales satisfechos que disfrutaron junto a otros muchos de pequeñas experiencias culinarias con cada bocado.

imruiz@lavozdigital.es