La Policía china pide la documentación a los transeúntes para mantener el control de la ciudad de Lhasa. /REUTERS
El Dalai Lama pide ayuda internacional

Continúa el cruce de reproches entre los gobiernos de China y el Tíbet mientras se extienden las revueltas

Un centenar de manifestantes tibetanos se entrega a la Policía china tras su participación en los disturbios de Lhasa

PEKÍN Actualizado: Guardar
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Los gobiernos de China y el exilio tibetano han continuado un día más con su cruce de acusaciones sobre la ola de violencia desatada en los últimos días en el Tíbet y varias provincias chinas, territorios que siguen aislados a la prensa extranjera e independiente y ante la incertidumbre generalizada.

Mientras el régimen comunista ha asegurado que la región tibetana recupera poco a poco la normalidad tras las revueltas que arrasaron Lhasa, el gobierno tibetano en el exilio se esfuerza en desmentir la versión oficial china y admite que cada vez es más difícil obtener información alternativa.

Así, la agencia oficial Xinhua ha anunciado que 105 tibetanos se han entregado a la justicia durante los registros ejecutados en la capital tibetana, y describió que todos los "rendidos" admitieron su participación en palizas, saqueos y e incendios, y han lamentado haber sido "contagiados" por la enfurecida masa.

Estas "entregas voluntarias" han sido calificadas por la Administración Central Tibetana, el gobierno en el exilio en la ciudad septentrional india de Dharamsala, como "detenciones arbitrarias casa por casa" efectuadas en base a fotos e imágenes captadas en los disturbios por las cámaras de seguridad instaladas en la capital.

Pese a que la censura contra los medios extranjeros se ha extremado e Internet apenas funciona, los medios oficiales chinos tratan de transmitir una imagen de tranquilidad en la convulsa región autónoma.

Se extienden las revueltas

El Papa Benedicto XVI, ha expresado su "dolor y tristeza ante el sufrimiento de tantas personas" en el Tíbet y ha hecho votos para que se que elija "la vía del diálogo y la tolerancia, ya que con la violencia no se resuelven los problemas, sino que se agravan".

Mientras Pekín asegura tener Lhasa bajo control, los grupos de derechos humanos y tibetanos en el exilio han confirmado que las revueltas se han extendido a las provincias de Sichuan y Qinghai (limítrofes con el Tíbet) y Gansu (al norte de ambas), con amplia población tibetana.

Según la ONG Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la democracia, las manifestaciones de ayer en Gansu dejaron varios muertos, bajas que el gobierno chino se niega a reconocer, y que según Dharamsala, ya ascienden a casi un centenar en el total de la represión.

Pekín intenta minimizar los efectos de la crisis en los próximos Juegos Olímpicos, y ha asegurado que dentro de varias semanas la antorcha olímpica visitará el Tíbet y escalará el Everest pese a los disturbios, pidiendo, una vez más, que no se mezcle política y deporte.