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Washington ata con Bagdad las condiciones de su presencia militar en Irak a largo plazo

Cuando apenas faltan unos días para que se cumpla el quinto aniversario de la invasión de Irak, el presidente de EE. UU., George W. Bush, ha comenzado a atar un acuerdo con las autoridades de Bagdad que regule las relaciones entre ambos países a largo plazo y en especial las condiciones de la presencia militar norteamericana en el país árabe. Un compromiso que, a buen seguro, comprometerá el poder de maniobra de su sustituto en la Casa Blanca dentro de ocho meses.

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El objetivo de estas conversaciones es «lograr un tratado y consensuar medidas que afiancen la amistad y la cooperación de futuro», anunciaron en un comunicado fuentes del Ministerio de Exteriores iraquí, donde se iniciaron los contactos entre representantes de ambas delegaciones. Y sobre el peliagudo tema de la presencia de las tropas, el texto dado a conocer apuntaba que lo que se pretende es alcanzar un pacto acerca del futuro de esas fuerzas «sobre una base de intereses comunes y el respeto recíproco de la soberanía de ambos Estados».

En la nota se destacaba, asimismo, que las negociaciones intentan organizar el nexo entre Bagdad y Washington después de que expire la vigencia de la resolución 1790 del Consejo de Seguridad de la ONU a fines de año y que permite la presencia de soldados de la coalición encabezada por EE. UU.

Informe demoledor

Una presencia que como se puede comprobar cada día no ha dado los frutos esperados de pacificación del país a pesar de la insistencia de la Casa Blanca en decir lo contrario. Y buena prueba de ello es la denuncia realizada ayer por Amnistía Internacional (AI), que calificó la situación actual de Irak como desesperada, con una gran inseguridad, matanzas de civiles y pobreza y desempleo masivos.

AI señala que, pese a las afirmaciones de que la seguridad ha mejorado, «la situación de los derechos es desastrosa», con grupos armados que siguen secuestrando y torturando, atentados suicidas y ofensivas indiscriminadas de la coalición internacional. Al margen de la violencia sectaria, los Ejércitos internacionales, las fuerzas del orden iraquíes y los guardias de las empresas privadas de seguridad que operan en el país siguen causando la muerte de civiles, critica AI. Y como ejemplo reiterativo de que la normalización iraquí está aún muy lejos, ayer al menos 39 personas perdieron la vida en varios ataques.