EL CANDELABRO

Lámpara

Algo está pasando en Hollywood. Algo (que diría Gila) está afectando allí a alguien... Alguna cosa no encaja para que, entre tanta fama y tanta opulencia, sus habitantes más ilustres no acaben de albergar la paz en sus famosos corazones. Cuando tanta gente bebe tantísimo y se pasa tanto de la raya es que existe alguna anomalía...

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En el universo Hollywood no existe el índice Nikkei, pero ni falta que les hace porque ya tienen el Bombay (Shapphire) y su cotización parece haber alcanzado cotas altísimas en las fiestas posteriores a la gala de entrega de los Oscar. Allí pudo verse, según dicen, a un Harrison Ford bastante cargado... Seguramente, como diría Chiquito de la Calzada, «para no tener que hacer dos viajes».

Cuentan que Calista Flockhart, al ver cómo su querido Harri vaciaba cuatro copas (cuatro, que se dice pronto) de champán, antes incluso de que entrara en circulación el primer canapé, le instó a tomarse la fiesta, e incluso la vida misma, con un poco de sosiego. A lo que él, ya totalmente metido en el papel de su personaje Indiana Jones, respondió: «Nena, hoy soy capaz de bailar colgado de una lámpara».

Ha dicho Pilar Bardem que Harrison se le acercó para felicitarle por ser la madre del mejor actor del mundo... Ignoro si esto lo hizo antes de colgarse de la lámpara o después. Pero yo que Pilar me creería esa afirmación a pies juntillas, primero porque Javier, en efecto, es un monstruo y segundo, porque Harrison Ford seguro que no mentía... Hay estados de conciencia en los que uno sólo puede decir la verdad.

A Ford le habría venido bien emparejarse con Sarah Larson, ex camarera, en lugar de haberse enamorado de su callista. De hecho, sospecho que Clooney está así de feliz con Larson, porque ella, quizá por deformación profesional, jamás le negaría una copa. Así se la pidiera desde lo alto de una lámpara.