SERVICIO. A la izquierda se ven dos buzos rastreando el lugar que les indicó Juan Manuel; a la derecha uno de los agentes lleva el arma envuelta en una bolsa. / ÓSCAR CHAMORRO
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Los buzos de la Guardia Civil hallan en el río Iro el arma del crimen de Chiclana

El detenido les indicó a los agentes dónde había arrojado el cuchillo de cocina que empleó para apuñalar a Loli Amaya El joven reside muy cerca de los dos atracos que perpetró

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La Guardia Civil conseguía ayer por la mañana la última pieza del puzzle complejo que se les presentó con la muerte de la joven dependienta Loli Amaya. Con la confesión del detenido y el hallazgo de las prendas ensangrentadas que vistió Juan Manuel J. S. cuando supuestamente apuñaló a la conileña, a los agentes tan sólo les quedaba por encontrar el arma del crimen. Y ayer ese cabo dejó de estar suelto.

El delincuente detenido el sábado por la tarde no sólo se autoinculpó en la agresión mortal y en un atraco anterior, cuando cometió el error de actuar a cara descubierta, sino que también les dijo a la Guardia Civil dónde había escondido el arma blanca que empleó hasta en tres ocasiones contra la dependienta. Juan Manuel J. S., de 24 años y vecino de Chiclana, les indicó que tras salir huyendo de la colchonería donde perpetró el crimen, arrojó el cuchillo al río Iro, que discurre por la localidad.

La Guardia Civil avisó el sábado por la noche a sus buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), que tienen su base en Sevilla, para que realizaran una batida por el río y poder hacerse con una prueba esencial en el procedimiento judicial que se instruye en el juzgado mixto nº 3 de Chiclana.

Cerca del bar La Rambla

A primera hora, Juan Manuel J. S. salía del cuartel chiclanero donde pasó la noche y donde permanecerá hasta que sea hoy puesto a disposición judicial. Custodiado por los agentes que lo llevaban en un coche policial, el detenido les indicó el punto exacto donde había tirado el arma. Así, les señaló el tramo fluvial que discurre por la parte trasera del bar La Rambla, que se encuentra en pleno casco urbano de la ciudad.

Los especialistas del Instituto Armado hicieron una inmersión siguiendo las indicaciones del sospechoso y 50 minutos después encontraban un cuchillo de cocina, de 25 centímetros de hoja, que fue supuestamente el que le causó la herida mortal a la víctima.

Otro detalle siniestro de este caso es la ubicación del domicilio de Juan Manuel J. S.z. Este joven vive en la calle Ramón y Cajal, la cual se encuentra a muy escasa distancia de la Cuesta del Matadero, donde se ubica la colchonería, y de la vía Jesús Nazareno, donde está la tienda de ropa que atracó, según su propia confesión, tres horas antes de darle muerte a Loli Amaya. Así, la Guardia Civil tenía muy cerca al principal sospechoso, quien no se marchó de la ciudad e incluso no temió ser arrestado cuando el pasado sábado por la tarde merodeaba por el mismo establecimiento que había atracado y cuya víctima le vio la cara.

Exceso de confianza

Las mismas fuentes consultadas explican que quizás se confió al ver que pasaban los días y que no se le detenía, creyendo que la joven a la que le sustrajo, bajo amenazas, 200 euros no pudo verle la cara. Pero ese exceso de confianza, que también hizo que no se deshiciera de sus ropas ensangrentadas, le ha llevado directamente a los calabozos de la casa cuartel y a su propia confesión del crimen.

Hay que recordar que la detención de Juan Manuel J. S. se produjo cuando su primera víctima le reconoció mientras merodeaba por su establecimiento la tarde del pasado sábado. Además del exceso de confianza, este joven muestra un comportamiento alejado de la normalidad, lo cual puede explicar por qué ha actuado con tanta torpeza.

La proximidad de su domicilio con los dos escenarios de los atracos le permitía esconderse a gran velocidad. Entre los dos golpes transcurrieron unas tres horas; un tiempo que pudo permanecer en su casa a salvo de la vigilancia policial.

En el día de ayer también se conocía el por qué no coincidía una de las prendas que vestía cuando cometió el primer y el segundo atraco. Los testigos señalaron que en el asalto a la tienda de ropa llevaba una camiseta o sudadera de color verde; mientras que en el apuñalamiento de Loli Amaya, esa misma prenda era de color azul. Al parecer, se trata de una vestimenta reversible y es de una tonalidad diferente en cada lado.

stubio@lavozdigital.es