REPOSTAJE. Un palestino atraviesa la frontera con combustible comprado en el 'otro lado'. / AP
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Hamas avisa de que la próxima estampida palestina romperá la frontera con Israel

Los islamistas, eufóricos por el caos generado en Rafah Tel Aviv se 'desconecta' de Gaza y la deja en manos egipcias

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Cuando el Gobierno judío y la Autoridad Nacional Palestina confiaban en que la cuenta atrás para el colapso definitivo de Hamas había empezado la semana pasada con el dramatismo de los apagones, el Movimiento de Resistencia Islámica reaparecía ayer desafiante para advertir de que la próxima estampida romperá la frontera con Israel. «Preveo que en el futuro sucederá allí algo parecido a lo de Egipto. No es sólo imaginación. Puedo predecir que ocurrirá porque no puedes mantener encerrado a un millón y medio de palestinos. Y esa vez la gente de Gaza estará dispuesta a sacrificar su vida». Eran palabras de Ahmed Yussef, asesor de cabecera del depuesto primer ministro Ismail Hanniya, que ayer ponía voz a la euforia de Hamas en vísperas del segundo aniversario de su victoria electoral que se celebra hoy.

El triunfo de la revolución verde, una efeméride que muchos vaticinaron que no llegaría nunca o lo haría con sus protagonistas contra las cuerdas del boicot, es conmemorado por los islamistas con el éxito entre las manos de haber quebrado por fin el cerco israelí en torno a la Franja. Si no con sus propias bombas -el diario hebreo Haaretz sostenía ayer que Hamas preparó la voladura de la frontera durante meses-, sí permitiendo que lo hicieran otros.

Por no hablar del otro éxito, el de la anuencia de Egipto, que cedía a abrir su territorio apiadado ante las mismas imágenes de angustia -las de los niños palestinos alumbrándose con velas difundidas por Al-Jasira-, que esta vez sí han rendido a las masas y la comunidad internacional ante el drama de Gaza.

Hamas no oculta su complacencia. Ayer adelantaba el sueldo a 16.000 empleados de su depuesto Gobierno y facilitaba salarios de ayuda a otros 8.500 agricultores para invitarles a correr a Egipto a hacer compras. Lo hacía mientras Israel seguía sin reaccionar a lo sucedido en el paso de Rafah, más allá de las tibias peticiones a El Cairo para que «cumpla con sus obligaciones» en la frontera y de las medidas de Interior para proteger el país «ante el miedo de que infiltrados en el Sinaí intenten atacar el país». Por boca de una autoridad de segunda fila, Israel también lanzaba una idea exploratoria: quizás ha llegado el momento de «desconectar» la Franja.

Oportunidad de oro

«El esfuerzo -iniciado en 2005 con la evacuación de asentamientos- continuará, pues queremos dejar de proporcionarles electricidad, agua potable y medicinas, que tendrán que recibir de otras fuentes», decía el viceministro de Defensa, Matan Vilnai. Que añadió que había que «comprender que cuando Gaza está abierta al otro lado, perdemos la responsabilidad sobre ella». «Es una oportunidad de oro -subrayaba el Yedioth Ahronoth de Tel Aviv-. De hecho, ayer (por el miércoles) fue el comienzo de la verdadera desconexión de Gaza».

Egipto, que se dio por aludido, contestó que se trata de «un supuesto erróneo». «La actual situación es sólo una excepción por razones temporales. La frontera volverá a ser normal» sentenciaba el portavoz de Exteriores egipcio, Hossam Zaki. Pero añadió que no hay una fecha precisa para el cierre.

La radio pública israelí empezaba a hablar ayer de «clima de crisis» entre los dos países vecinos. Pero entretanto, miles de palestinos volvieron a cruzar la brecha abierta en la frontera de Rafah. Esta vez en sentido inverso. Casi todos regresaban del país vecino después de haber realizado compras de todo tipo de productos durante todo el día.

Los agentes de la seguridad central egipcia se limitaron a intentar que el tráfico de camiones, vehículos, animales de carga y personas, que transitan por las proximidades del improvisado paso fronterizo, no se convirtiera en un caos. No lo consiguieron. Palestina y caos son sinónimos.