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La Junta valorará a un niño de Sanlúcar para decidir si le autoriza a estudiar sin ir al colegio

Un equipo técnico de la Delegación de Educación visitará a la familia para valorar el entorno en el que vive y los conocimientos que ha adquirido el pequeño. El juzgado de instrucción de la localidad determinará si los padres han incurrido en un delito de abandono

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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El caso del niño de Sanlúcar que a sus diez años nunca ha pisado la escuela ha llegado hasta la Delegación Provincial de Igualdad y Bienestar Social, que ayer citó a los padres para conocer el caso de primera mano. Tras la entrevista con los técnicos del departamento de Protección del Menor, la pareja fue informada de que un equipo de evaluadores de la Delegación de Educación acudirá a su casa en los próximos días para valorar el medio en el que se desarrolla el aprendizaje del niño así como su nivel de conocimientos.

De las conclusiones que la Administración extraiga de esta visita dependerá que el pequeño pueda continuar su formación en familia, como hasta ahora. Jesús y Loli, los padres, aseguraron ayer que la reunión con los técnicos de Bienestar Social fue «muy positiva» y confían en que el equipo de evaluadores emita una resolución favorable.

Sin embargo, el caso fue denunciado por la Fiscalía de Menores y, paralelamente al procedimiento administrativo iniciado por la Junta de Andalucía, existe una causa penal abierta contra los padres. Será un juzgado de instrucción de Sanlúcar el que deberá determinar si han incurrido en un delito de abandono según la Ley de Derechos y Atención al Menor

Según explicó la pareja, su caso fue denunciado en octubre por la Policía Local de Sanlúcar, que lo remitió a los servicios sociales del Ayuntamiento. Una empleada de este departamento los citó para verificar que el niño no estaba matriculado en ningún colegio y levantó un acta de absentismo que fue enviada a la Delegación de Igualdad y Bienestar Social y a la Fiscalía de Menores. «La asistenta social nos trató fatal, nos dijo que estábamos cometiendo un delito, que estábamos causándole a nuestro hijo un daño irreparable y que lo estábamos desprotegiendo de la sociedad», relató la madre.

Loli y Jesús, que tienen otras dos hijas de 24 y 20 años, tomaron la decisión de educar al más pequeño en casa mucho antes de que naciera. Cuando las niñas estaban en el colegio entraron en contacto con la asociación Crecer sin Escuela, una organización nacional que sirve de punto de encuentro para las familias que deciden educar a sus hijos en casa, y les pareció que era una opción interesante. Sin embargo, las niñas prefirieron continuar en el aula hasta que concluyeron la etapa obligatoria. «Cuando me quedé embarazada del pequeño desde el principio pensamos que de escuela nada», recordó Loli.

Preparación previa

Se prepararon a conciencia para ofrecer a su hijo «todo lo mejor» y comenzaron a acudir a cursos de pedagogía en «escuelas alternativas», que «dan a los niños mucha libertad de movimiento y expresión». Pertenecen a la Asociación para la Libre Educación (ALE) y tienen contactos con otras familias que han optado por este mismo modelo de enseñanza. Gracias a que la madre no trabaja, la pareja ha podido volcarse por entero en el proceso y hoy en día aseguran que es «un niño feliz».

Está matriculado en el curso Episteme de la Cold River Academy, un prestigioso centro ubicado en California (Estados Unidos), que ofrece a través de internet un programa de estudios para las familias que optan por el homeschooling (término inglés que significa educación en casa). Sus padres envían a este centro los trabajos que el niño realiza y allí los evalúan y verifican. Desde hace varios meses acude a clase con una profesora particular junto a otros niños porque él mismo lo pidió. Pero la flexibilidad es la clave de su proceso de aprendizaje. «Hace matemáticas, lengua y otras materias, pero a veces me dice que está cansado y que quiere jugar un rato. Yo le digo que puede hacerlo pero que a los veinte minutos tiene que volver y creo que así aprende mejor», explica la madre, quien desde el principio le ha inculcado el amor al medio ambiente y el respeto a los demás.

De hecho, en el campo en el que viven, el niño disfruta del contacto diario con la naturaleza, cultiva su propio huerto de agricultura ecológica y cuida de sus animales. Además, acude a clases de guitarra y frecuenta la biblioteca pública. Según la madre, la socialización no ha sido un problema, ya que tiene su grupo de amigos en la zona en la que vive y «no se siente menospreciado» por no ir a la escuela.

rheredia@lavozdigital.es