CABEZAZO. Tierry Henry salta por la pelota entre un barullo de jugadores. / REUTERS
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El Barça realiza una demostración de oficio ante el Sevilla

Los azulgrana hicieron valer el empate a uno del partido del Sánchez Pizjuán

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El Barça completó su pase a los cuartos de final de la Copa del Rey tras eliminar al Sevilla. El actual campeón del torneo cayó víctima del marcador del partido de ida (1-1), ya que el duelo del Camp Nou se saldó con un empate sin goles en un choque repleto de intensidad.

El Sevilla saltó al Camp Nou con ganas de sentar cátedra. El conjunto andaluz se plantó en el coliseo azulgrana dispuesto a darle un susto al Barça. Con ausencias o sin ellas. No importaba demasiado. Manolo Jiménez tenía claro que la mejor forma de eliminar a los azulgrana era atacarles durante los primeros minutos. Su tentativa se topó con un rival adiestrado para la batalla.

El Camp Nou vivió cada segundo del duelo con tensión. El Sevilla arrancaba sin tapujos. Veinte segundos y Chevantón casi recoge un centro de Alves. Iniesta respondió a los tres minutos con una jugada individual que repetiría al cuarto de hora.

El Sevilla intentaba apretar al Barça con un magnífico derroche de facultades. No le sirvió de mucho. Los azulgrana respondieron con oficio mostrando una gran solidaridad como equipo. Ese equilibrio de fuerzas arrojó una primera mitad de ida y vuelta aunque sin ocasiones dignas de tener en cuenta.

El equilibrio se mascaba desde la pizarra. Rijkaard repetía táctica situando a Iniesta encima de Alves. Su rival evitaba cualquier retoque confiando en su habitual puesta en escena. Quedaba toda la segunda mitad para atrevimientos que justificaran cualquier cambio de panorama.

Suspense infinito

El Sevilla le cogió el gusto a los arranques explosivos. Navas hacía trabajar a Valdés. Un espejismo. Nada cambiaba. Las fuerzas seguían equiparadas. Rijkaard movía ficha. La puesta en escena de Bojan le devolvía la pelota al Barça. Los andaluces guardaban fuerzas para encarar el tramo final hastiados también de la fortaleza defensiva de Abidal, Milito, Puyol y Márquez. Un cuarteto que parecía imposible de franquear apuntalado por un Iniesta capaz de cumplir en cualquier posición.

Al Barça ya le valía rebajar el tempo de un partido que iba apagándose fruto del equilibrio de poderes. Dragutinovic comandaba la defensa de un Sevilla que, pese a necesitar un tanto, nunca llegó a desguarnecerse esperando un gol salvador en el tramo final de la contienda.

El agobio azulgrana acumuló dos nuevos sustos de envergadura antes de cantar victoria. Un claro fuera de juego de Duda y una mano de Poulsen que se tragó el asistente arbitral consumaron las dos últimas aproximaciones andaluzas.