EN FAMILIA. La infanta Leonor hace reír a sus padres y a los Reyes durante el bautizo de su hermana Sofía. / REUTERS
ESPAÑA

Juan Carlos I sigue reinando

El Monarca reafirma su prestigio con viajes a Ceuta y Melilla o Afganistán en uno de los años más complicados para la Corona

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El Rey don Juan Carlos celebró ayer su septuagésimo aniversario rodeado de su familia y cerró uno de los años más complicados para la Monarquía en la última década. Asentado el sistema democrático que él mismo ayudó a impulsar tras la muerte de Franco, el Monarca ha visto cómo en los últimos doce meses han cobrado protagonismo quienes cuestionan el papel de la institución -con quema de fotografías suyas incluido- y quienes le demandan que abdique al considerar que su ciclo «ha pasado».

A todo ello se ha sumado la separación de los Duques de Lugo -algo que nunca se había dado en la Casa del Rey- y la polémica por la viñeta de El Jueves que acabó en los tribunales con una condena por ofensas a la Corona. La situación llevó, incluso, al Monarca a defender en uno de sus discursos su papel en las tres últimas décadas y vincularlo al crecimiento y la estabilidad.

Las voces críticas llegan en un momento en el que la imagen del Rey sigue contando con un amplio respaldo. Las últimas encuestas hablan de que más del 60% de la población se declara favorable a don Juan Carlos y apoya la institución. Una imagen que, según diversos analistas, ha acrecentado con el famoso «¿Por qué no te callas?» que espetó a Hugo Chávez, o la visita a Afganistán para festejar la Nochevieja con las tropas.

Quienes siguen al Jefe del Estado llaman la atención sobre este último viaje para destacar su carácter. Interpretan que es su forma de contestar a quienes en los últimos tiempos le han censurado. «Su respuesta es seguir con su trabajo, continuar reinando», explican antes de enmarcar en este contexto la visita a Ceuta y Melilla en noviembre. Muchos subrayan que, a diferencia de otras casas reales europeas, la «legitimación social» de la monarquía española reside «en el trabajo del día a día». Así lo cree el historiador Fernando García de Cortazar, que considera que el «principio de justificación» de la Casa del Rey reside más en «su utilidad práctica» que «en su continuidad histórica». «Como decía Horacio: 'Rey serás si procedes rectamente, no lo serás en caso contrario'», recuerda.

'Juancarlismo'

En su opinión, ese «sentido utilitario» es el que le otorga respeto dentro de la sociedad. García de Cortázar se muestra convencido de que los españoles son «más juancarlistas que monárquicos» y que la valoración de la Corona se sustenta «en el día a día». «Desde siempre los reyes españoles han mantenido una naturaleza más cotidiana y cercana a los ciudadanos, no vinculada a la divinidad, como podía ocurrir con los franceses», subraya.

Unos argumentos similares ofrece otro historiador, Juan Pablo Fusi, que reconoce que «el prestigio» de la Casa del Rey depende «y mucho» de «cómo lo hagan» sus miembros. El actual monarca parte, para él, con cierta ventaja pues acumula todo el crédito obtenido durante los años de la Transición. «Don Juan Carlos heredó todo el poder de Franco y decidió que el sistema evolucionara hacia un modelo democrático, acotando su poder», sostiene. Fusi entiende que la monarquía «no está siendo cuestionada» a pesar de las críticas del último año y cree que las verdaderas dificultades se plantearán a su sucesor y a quienes continúen la línea dinástica.

«Cada vez será menor el carisma heredado. Tendrán que acertar en sus funciones y dar buena imagen. Si el Príncipe Felipe realiza un ejercicio prudente de la Jefatura del Estado todo seguirá igual», señala. El relevo en el trono es precisamente una de las cuestiones pendientes para el Monarca. Quienes le han seguido de cerca evocan cómo hace años, en privado, Don Juan Carlos dio a entender que los setenta años era una buena edad para dejar el puesto a su heredero.

Muchos creen ahora que el Monarca esperará hasta que «las aguas vuelvan a su cauce». Entre ellos figura el propio Fusi que ve al Rey «en plena forma». «La sucesión -explica-, es una cuestión delicadísima. No se producirá de forma inmediata, pero el Príncipe cobrará un mayor protagonismo».

«Desgaste»

Varias son las explicaciones que unos y otros dan a la hora de valorar por qué, transcurridos 32 años de reinado, han aumentado las voces críticas. Un sector incide en el «desgaste» de la institución. «La Transición queda cada vez más lejos y las generaciones más jóvenes no se acuerdan», sostienen.

Otros atribuyen parte del daño a «errores de comunicación» de la Casa del Rey para dar a conocer el trabajo del Monarca y del resto de la Familia. Recuerdan fallos como la felicitación navideña de 2006, en la que los servicios de prensa oficiales retocaron una foto de los Reyes con sus nietos ante la imposibilidad de reunirlos a todos. «Esos detalles deben cuidarse más».

Una tercera interpretación apunta a la crispación política y a la pelea entre PSOE y PP. Javier Pérez Royo, experto en Derecho Constitucional, es de los que se apunta a este grupo. «Se trata de meter a la Corona en la gresca. En esa guerra civil que se ha abierto entre los dos grandes partidos», advierte. Los reproches se enmarcarían dentro de las disputas que también han afectado al Tribunal Constitucional o al Consejo General del Poder Judicial. Pérez Royo defiende, en este sentido, la necesidad de que Juan Carlos I quede fuera de toda disputa política. «El Rey debe estar en un segundo plano», sostiene, al tiempo que ve perjudicial «tanto que se le jalee y se diga que es el hombre del año, como que se le cuestione».

En un tono similar se posiciona el diputado socialista Txiki Benegas. Conocedor de los entresijos de la Transición, vivió en primera persona cómo el PSOE evolucionó de una frontal oposición al Monarca, al que se veía como continuador del Régimen franquista, hasta una «cierta complicidad» de Don Juan Carlos con Felipe González.

Respuesta al 23-F

Benegas recuerda cómo el PSOE accedió a olvidar su tradicional republicanismo y aceptar la figura del Rey «en aras a un consenso constitucional». «La Transición fue una época de incógnitas. No se sabía cuál iba a ser el comportamiento del Monarca», subraya quien recuerda como grandes aciertos de Juan Carlos I la designación de Adolfo Suárez como presidente o su respuesta al golpe de Estado del 23-F.

El diputado socialista acusa a ciertos sectores que anidan en el PP de haber promovido una campaña «irresponsable» contra el Rey. «No es tanto un ataque frontal a la persona como una exigencia de que dé paso al Príncipe. Parece que tienen miedo a una sucesión forzada por la muerte». Los dos grandes partidos han mostrado, sin embargo, en los últimos días su adhesión hacia el Monarca. Significativas han sido las palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Esperanza Aguirre advirtió el pasado jueves que «quienes atacan al Rey, atacan a España». El gesto parece zanjar un espinoso episodio protagonizado por el Rey y la dirigente popular, quese habrían enzarzado en una discusión en una cena oficial en la que el Monarca criticó los ataques que estaba recibiendo desde la Cope, mientras Aguirre reclamaba «comprensión» para uno de sus locutores.

Las mayores críticas de los últimos años han llegado desde los partidos nacionalistas. El senador del PNV Iñaki Anasagasti ha sido uno de los más activos en esta tarea que ha llegado a calificar de «vago» a Don Juan Carlos y al resto de miembros de la realeza española. Desde ERC, Joan Tardá, cabeza de lista de para las próximas generales reconoce que el Monarca «ha sido una herramienta útil» para asentar la democracia, pero considera que debe abrirse un debate sobre la organización del Estado «que incluirá a la monarquía».