Cultura

El escritor francés Bernard Pivot arremete contra la telebasura

Bernard Pivot nació en 1935 en Lyon (Francia) y vivió una parte de su infancia en la región vitivinícola del Beaujolais. Periodista y escritor de gran prestigio en su país, dirigió de 1975 a 1990 el programa Apostrophes, un espacio literario que tuvo un gran éxito de audiencia. Fue un auténtico fenómeno de masas. Pivot, que es amigo íntimo del ex ministro de Cultura Jorge Semprún, dirigió después otros programas culturales en televisión y en la actualidad sigue colaborando con diversos medios.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El escritor y periodista viajó a Barcelona para presentar su última obra, Diccionario del amante del vino (Paidós). Durante sus encuentros con la prensa, el periodista literario, que se considera un «lector y bebedor de vino aficionado», arremete contra «la telebasura, porque es una especie de globalización de la idiotez». Dice rotundamente: «En Francia, en la televisión pública, después de las 23 horas, se pueden ver algunas buenas emisiones, pero, en general, la estupidez y el espectáculo frívolo dominan el mundo televisivo. Ocurre en el mundo entero. El dinero y la falta de escrúpulos, la incultura y el cinismo son los amos de la televisión».

Único en Europa

Bernard Pivot recuerda que su programa Apostrophes fue un éxito, porque «tuve la suerte de que los televidentes pudieran verlo en Antenne 2 (cadena pública) a las 21.40 horas». Millones de franceses veían este espacio una vez por semana, y así durante 15 años. Algo impensable en España y en la mayoría de los países europeos en la actualidad.

Pivot, que entrevistó en Apostrophes al ex presidente del Gobierno Felipe González, para dar a conocer sus gustos literarios y sus lecturas a los franceses, recuerda con satisfacción que su programa despertó el interés de mucha gente culta, pero también «del público popular, de personas que jamás habían leído un libro». «Hoy esto sería imposible porque la dictadura de la audiencia y los intereses publicitarios son más importantes que la calidad, por lo menos en las cadenas de televisión generalistas», asegura con cierta amargura.

Cree que la cultura debería servir para «conocernos mejor y respetarnos», pero, «por desgracia no siempre es así, y a veces sirve para levantar muros de incomprensión entre los seres humanos». En este sentido, rechaza nacionalismo, pues «suele dividir en lugar de unir».